Irene Villa
Por la espalda
La amenaza yihadista nos tiene a todos en vilo. El máximo nivel por alerta terrorista no deja indiferente a nadie, especialmente en nuestro continente. Frases que terroristas lanzaron hace tiempo, acerca por ejemplo de volarse en Bruselas, cuando nada hacía sospechar lo que veríamos, cobran sentido y alimentan el pánico. El fanatismo hace tiempo que se unió al terror para dejarnos cientos de víctimas. No olvidamos lo que ha ocurrido en tantos países que precisan complejos programas humanitarios y de recuperación (Afganistán, Oriente Próximo, África). Túnez, Francia, Kuwait, Somalia... han sido objetivo de mercenarios, suicidas, kamikaces, extremistas, descerebrados al fin y al cabo, que parece que jamás comprenderán que la violencia sólo genera violencia, dolor, indignación, impotencia, pero que jamás conseguirá lograr objetivos y mucho menos convencer al mundo de algo. El éxodo de civiles que escapaban del horror de Siria se convirtió en un drama humanitario, una tragedia que nos concierne a todos, especialmente a Europa, que además de acogerles forzosamente, ha de ayudar a frenar la expansión del desalmado Estado Islámico. Ya lo advertía en televisión un simpatizante de los yihadistas: Europa tiene que tener miedo. Justificaba las decapitaciones diciendo cosas tan absurdas como que hay gente que se lo merece porque ha hecho mucho daño a la comunidad musulmana. Afirmaba que todo lo que estaba sucediendo entonces en Siria, en Irak y en el norte del Líbano iba a volver a Europa. Averroes, filósofo y médico, maestro de filosofía y leyes islámicas, matemáticas, astronomía y medicina, decía: «La ignorancia lleva el miedo, el miedo lleva al odio y el odio lleva a la violencia. Ésa es la ecuación». Y claro que responder a esa violencia es entrar en una espiral que sólo trae dolor y muerte, por ello entendemos a quienes, al margen de tintes políticos, se opongan a la guerra, ¿quién quiere que haya guerras? El problema es que ellos ya han declarado la guerra, y de la forma más rastrera, sanguinaria y miserable: asesinando a familias, civiles, inocentes... Y peor aún: por la espalda.
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