Elecciones generales

Posiciones en la curva final

La Razón
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La campaña electoral más larga de la historia de la democracia entra en la curva final. Más de seis meses de debates, propuestas, zancadillas y ruido escénico no han bastado para aclarar el panorama. La confusión persiste. Nadie sabe qué Gobierno tendremos. Las posiciones de salida apenas han sufrido variaciones con relación al 20-D. Si acaso, parece que Podemos y sus mareas con el añadido de IU –un cóctel explosivo– sobrepasa por fin al PSOE en los sondeos y en las apuestas. O sea, la pugna por el dominio de la izquierda la pierde Sánchez y la gana Iglesias. Éste ha proclamado que el populismo con la bandera socialdemócrata de Marx y Engels va a desbancar a la vieja socialdemocracia de Felipe González y compañía. C’s mantiene su cuarto puesto y su vocación de bisagra, pero Albert Rivera, que acostumbra a cambiar de opinión según las circunstancias, pone más pegas a pactar con Rajoy, por culpa de la corrupción, que con Pedro Sánchez y Susana Díaz, a pesar del procesamiento de los dos ex presidentes del PSOE y de Andalucía. Y el PP se mantiene en cabeza con algún tranco más de ventaja. Pero sigue solo. Los viejos partidos no recuperan el esplendor y los nuevos lo están perdiendo ya, en lo que va del otoño al verano.

Hay, a todo esto, un dato obligado de las encuestas políticas que llama la atención: el grado de aprecio o rechazo ciudadano a los distintos líderes. En el rechazo siempre se lleva la palma Mariano Rajoy –se supone que por la especial inquina con que le juzgan, sin venir mucho a cuento, sus variopintos adversarios–, mientras que el diploma de político mejor valorado suele recaer en personajes secundarios y, en principio, inofensivos. Lo apunto a modo de curiosidad y con ánimo de cuestionar estos escalafones en el favor del público, que parecen tan poco fiables como evanescentes. También para poner de manifiesto el exceso de enfrentamiento y de criticismo, inoculados en la sociedad española, en la que aún prevalece la funesta división que conduce a «ese no es de los míos» como razón suprema. Sin matiz alguno. Haga lo que haga y diga lo que diga. Resulta que Mariano Rajoy, el político más rechazado, es el que gana las elecciones. Da que pensar que durante mucho tiempo, el político que salía mejor parado en las encuestas era Josep A. Duran Lleida. Y ahí lo tienen: fuera de juego, y su viejo partido, UDC, sin representación parlamentaria. Le siguió en el primer puesto del escalafón Rosa Díez, y ya ven dónde anda ella y su partido UPyD, a pesar de los nobles esfuerzos de Savater y compañía. Ahora el «niño bonito» de los sondeos es el comunista Alberto Garzón, el aliado de Podemos, y no le arriendo la ganancia ni a él ni a Izquierda Unida. Parece una fatalidad y a lo mejor lo es. Una tontería. Lo mismo que lo de consultar a las bases del partido sobre pactos. Los militantes dirán lo que les digan desde la dirección. Las bases suelen ser dóciles y manejables. A veces, incluso entusiastas. Su opinión inducida sirve tanto para justificar los aciertos como los disparates. Y así andamos a dos semanas de las urnas.