Julián Redondo

Premio a la paciencia

El Madrid es tan superior a rivales como el voluntarioso Levante que parece que gana los partidos con el freno de mano echado. Da la impresión de que sólo exhibe fuerza y fútbol cuando le obliga la urgencia. No necesita que la «BBC» produzca un partidazo para obtener una goleada. Le basta con el orden defensivo, el equilibrio en el centro del campo y la presencia intimidatoria de Bale, Benzema y Cristiano para resolver situaciones comprometidas o de apariencia complicada. Y corre, no es una estampida sino un movimiento uniformemente acelerado. Así ha llegado a la cúspide de la Liga, con el Atlético a tres puntos y el magnánimo Barça, a cuatro, después de haberle cedido nueve en 2014.

La trayectoria de Ancelotti y Martino en la Liga es dispar. Los dos son nuevos en la plaza y ambos comenzaron la aventura con resultados diferentes. A Tata le fue bien al principio, quizá porque el club era una balsa de aceite y la plantilla añoraba la estabilidad que el destino de Vilanova y Roura le negó. Pero fue poner el pie en 2014 y todo se fue al garete: el presidente, el baratísimo fichaje de Neymar y quién sabe si también el campeonato.

A Carlo le costó encontrar la fórmula del éxito, tardó en plasmar lo que quería, el espectáculo que prometió; mas con la tranquilidad recuperada en todos los niveles del club, la borrasca desplazada a Londres, la lesión de Khedira –desgraciadamente es así–, la inclusión de Modric y Di María en la media, la excesiva temporada del Atlético y el desplome del Barça, despegó. Le funciona la fórmula alternativa Diego López-Casillas, por ahora, nada es eterno; desactivó la bomba del «Fideo» y encontró a Jesé entre los algodones de Bale. Tata es la cruz, ¡qué cruz!