Ely del Valle

Programas y promesas

La Razón
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A falta de tres días para que empiece la campaña electoral todos los partidos empiezan a desvelar sus programas, que son esos que casi nadie se lee a fondo porque en este país el voto se decide mayormente con las tripas y desde el hartazgo que provocan las promesas inconsistentes, ya sea porque son las mismas que incumplieron quienes las vuelven a hacer o porque sólo hace falta medio centímetro de frente para saber que no se pueden llevar a cabo. Eso por lo que se refiere a las propuestas económicas, fiscales, educativas y sanitarias, es decir, a las que afectan a las «cosas de comer», que son la que tienen un peso importante en la decisión de los ciudadanos y entre las que suele abundar el gratis total, sobre todo cuando quien las hace no tiene ninguna posibilidad de gobernar. Luego están las otras, las que tienen que ver con asuntos tales como la reforma de la Constitución, el futuro del Senado o la modificación de la ley de partidos que, reconozcámoslo, al pueblo llano le traen bastante al pairo y lo único que provocan son sonoros bostezos. Es en este capítulo en el que encontramos iniciativas un tanto surrealistas que para suerte de quienes las hacen están pasando desapercibidas. Un claro ejemplo es la que hace Ahora en Común –antes conocida como Izquierda Unida– para que los ciudadanos participemos directamente en la elección de jueces y magistrados, que ya es lo último que nos faltaba. Por último están las promesas demagógicas, las que hablan de rentas vitalicias, trabajo asegurado, jubilación a los 63 años y vivienda gratis a cambio de pegarle una patada a la puerta. Ésas las firmamos todos, pero no se las cree nadie, quizá porque a estas alturas ya hemos comprobado que muy pocos de los «te daré» de las campañas terminan siendo un «toma» el día después.