Pilar Ferrer

Prohibido provocar a Marta Ferrusola

La cita es mañana lunes, veintitrés de febrero. Una emblemática fecha de singular recuerdo escogida para la comparecencia de Jordi Pujol, Marta Ferrusola y su hijo primogénito ante la Comisión de Investigación del Parlamento de Cataluña. Un plato fuerte que se aventura imprevisible, a tenor de cómo fue la anteriormente protagonizada por el ex presidente de la Generalitat. Según fuentes jurídicas, la familia Pujol podría acogerse a su derecho a no declarar, pero si las provocaciones de los portavoces suben de tono, «cualquier reacción es posible, en especial la de Marta Ferrusola», a quien se la nota muy enojada estos días por Barcelona, añaden las mismas fuentes. El matrimonio ha sido visto a la entrada del despacho de sus abogados, liderados por Cristóbal Martell, en una semana que el entorno del clan califica como «auténticamente negra».

Escenario adverso

Varios son los acontecimientos que inciden en este escenario adverso para los Pujol. En primer lugar, la imputación del hijo mayor, Jordi, por fraude fiscal y blanqueo de capitales. La titular del juzgado de Instrucción número 31 de Barcelona. Beatriz Balfagón, investiga las cuentas en Andorra y le ha citado a declarar el próximo 26 de marzo. Pero la furia de la familia se ha desatado con las comparecencias ante la Comisión del cuñado del ex presidente, Francesc Cabana, y, sobre todo, las de sus hombres de confianza en la Generalitat: el periodista Ramón Pedrós, jefe de prensa durante diez años, y los entonces secretarios generales de Presidencia, Joaquím Triadú y Joaquím Puyol. Todos ellos admitieron que Marta Ferrusola intervenía en asuntos de gobierno y hablaba con varios consejeros para favorecer negocios de sus hijos. Un auténtico torpedo que ha indignado a la familia. «Un golpe bajo y falso», afirman en su entorno.

Tales testimonios han causado también fuerte malestar en el Palau de la Generalitat y en Convergencia, dado que el papel de Artur Mas queda muy en entredicho. «Si esto fuera cierto, ¿alguien puede creerse que Mas no sabía nada?», se preguntan en el clan pujolista al recordar que el actual presidente ocupó importantes carteras en el Govern e incluso fue conseller en cap. Pero el hecho de que personal de total confianza de Jordi Pujol en aquella época admita que la «dona» se metía en cosas que no le incumbían eleva la tensión y deja en mal lugar a Mas. Estas declaraciones, en especial las de Ramón Pedrós, que incluso citó también al alcalde de Barcelona, Xavier Trías, cuando fue secretario General de Presidencia, han enfadado enormemente a la familia. No obstante, Trías ha desmentido que Ferrusola le diera instrucciones o manejara asuntos en favor de sus hijos.

La intervención de Francesc Cabana, marido de María Pujol i Soley, la única hermana del ex presidente, sorprendió negativamente a la familia. «Les dejó de piedra», aseguran personas muy próximas. Cabana fue tajante al decir que nunca «olió» el dinero de Andorra y que no procedía «ni de herencia, ni de legado, ni de nada». Ello coloca a los Pujol en una incómoda situación, máxime cuando las relaciones entre los hermanos nunca fueron malas. Mientras la madre de Pujol vivió, el ex presidente la visitaba todos los días y acudía a Misa con ella en una parroquia cercana. A pesar de que el grueso de la fortuna de Florenci Pujol pasó a manos de su hijo varón, fuentes de la familia reconocen que también dejó un cierto legado a su hija María. No tanto, pero sí algún dinero que habría sido administrado por Francesc Cabana. Asimismo, recuerdan que el cuñado se sentó en la dirección de Banca Catalana y que conocía bien los manejos de la familia. Este fue cuidadoso con la figura del ex presidente, pero cargó duramente las tintas contra Jordi Pujol Ferrusola, de quien destacó su afición al lujo y a los coches de marca, «mientras otros se mueren de hambre».

Pero quien realmente ha encendido la mecha iracunda del clan es María Victoria Álvarez, la ex novia del primogénito, que ha vuelto a poner el dedo en la llaga al sugerir que su antiguo amante se ha comprado una casa en Nueva Zelanda y podría preparar su huida a este país sin convenio de extradición con España. Tales afirmaciones son negadas por el equipo de letrados que le asisten, donde recuerdan que Jordi Pujol Ferrusola ha comparecido en la Audiencia Nacional y en todas las instancias donde ha sido llamado. Según estas fuentes, el mayor de los Pujol puede viajar a dónde quiera, ya que no se le ha retirado el pasaporte, pero indican que se encuentra en Barcelona preparando su defensa ante las próximas citas judiciales. «Embustera, mezquina y traicionera», dicen de Vicky Álvarez en el círculo familiar. La figura de Victoria y sus continuas declaraciones contra los Pujol enojan sobre todo a las mujeres del clan. Todas ellas cuentan, y no acaban, por Barcelona de esta locuaz damita que desenterró el hacha de guerra de las cuentas andorranas y montó el escándalo de las grabaciones en el restaurante La Camarga. Personas próximas a Pujol Ferrusola aseguran que su relación fue mínima, corta y de escasa importancia. «Una simple aventurilla», opinan amigos de Jordi, para quienes esta sólo busca protagonismo y dinero. «Jamás le perdonó que la dejara plantada y ahora quiere vengarse», dicen. Lo cierto es que las explosivas palabras de Vicky son un permanente quebradero de cabeza para la familia, que no duda en devolver el golpe. «Si tanto sabía y tantas bolsas de dinero llevaba a Andorra, ¿por qué no lo denunció entonces ?», se preguntan.

Tal vez por la influencia de la abuela, María Soley, y, sobre todo, de la madre, Marta Ferrusola, los hijos del ex presidente de la Generalitat buscaron mujeres y aliadas de fuerte personalidad. Y, desde luego, ninguna pobre o de mala familia. La esposa, hijas, nueras y nietas de Jordi Pujol han tenido casas, cuentas corrientes y negocios unas veces paralelos a sus maridos, y otras bien divergentes. Pero siempre con discreción y un sentido casi sagrado de la vida familiar. Incluso Mercé Gironés, la ex esposa del primogénito, Jordi Pujol Ferrusola, una vez separada, siguió en cabeza de la economía conyugal y le acompaña en el calvario judicial. «Juntos hasta en su imputación ante el juez Ruz», dice un amigo común de la pareja. Fue precisamente Gironés la que viajó recientemente en compañía de su madre a Nueva Zelanda. En una familia de fuerte tradición religiosa, siempre fue la nuera por excelencia al casarse con el primogénito y dar a luz una «nietísima» de campeonato. Es miembro de una selecta familia del mundo cultural barcelonés, se separó de Jordi Pujol Jr. harta de sus infidelidades, pero jamás dejó los negocios familiares y casó a su hija mayor, Merceditas, con el heredero de una de las mayores fortunas de México, Ignacio García de Quevedo. Estudió Literatura y Periodismo en la Universidad de Barcelona, vivió en Londres y Nueva York, y siempre le gustó el lujo. «El dinero te da el glamour», le confesaba hace años a unos amigos íntimos. El «bodón» de su hija fue por todo lo alto y ella la visita a menudo en Miami, donde su yerno trabaja en un fondo de inversión americano. «A Jordi y Mercé les gustaba vivir a todo tren», afirman en el entorno.

Ex mujer, pero aliada

La pareja se separó hace años, pero su relación sigue siendo muy buena. De hecho, amigos comunes opinan que Mercé fue uno de los «cerebros» de su entramado económico y un gran apoyo ante los ataques de María Victoria Álvarez, «la amante del pecado», que divulgó las cuentas turbias del clan. «Una mentirosa, resentida y despechada», insisten amigos de los Pujol. Con calificativos muy duros se refieren a ella, acusándola sin rubor de fabular una relación que fue efímera. «A Jordi le vuelven loco los coches y las mujeres, pero esta tipa nunca fue nada serio», asegura una fuente cercana, que no duda en tildar a Victoria de «bruja y maniobrera». Añaden que algún día se sabrá quién la paga, sin dudar que Mercé Gironés estará siempre al lado de su ex marido, «a pesar de las debilidades de la carne».

Aunque el hermetismo sobre su viaje a Nueva Zelanda es total, por ser «de carácter privado», parece que la ex nuera está muy interesada en la cultura de los maoríes, pueblo indígena del país austral, y que tenía previsto desde hace tiempo bajar hasta las Antípodas. Si tiene o no casa en la isla, nadie lo confirma, pero lo que sí recalcan es que Jordi no la acompañó en este viaje y que ella es también libre de moverse por donde quiera. En cuanto a la otra nuera, Anna Vidal Maragall, esposa de Oriol y también imputada en el caso de las ITV, lleva una vida discreta y no tiene gustos tan caros como su cuñada. Le apasiona la política, pero se quedó con las ganas de ser inquilina de la Generalitat tras la imputación de Oriol. El matrimonio vive ahora recluido en su casa de Orús, en el Pirineo gerundés, y no quiere saber nada de nadie.