Martín Prieto

PSOE hacia el cero absoluto

La Razón
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Decía Alfonso Guerra que las primarias las cargaba el diablo, y en ellas se cumplen todas las plegarias atendidas y las traiciones resentidas. Tras esta subasta de ediles y autonómicos es balsámico que Pedro Sánchez no tenga que reñir la carrera cuando ya se ve la banderola de llegada. Son naturales los problemas del PP dada la infernal legislatura que desagua pero son más graves los que se ciernen sobre el PSOE encerrado con el solo juguete de desterrar a la derecha española al desierto de Gobi que es lo más árido que cae más cerca. Mis amigos socialistas que aseguraban no querer asaltar el Palacio de Invierno («ni siquiera alquilarlo») han abocado a una dialéctica amigo-enemigo en la que estiman que se puede gobernar el país contra la mitad de los españoles. No niegan su condición de socialdemócratas pero fruncen el morro cuando así les denominas, porque se les ha adherido aquella tontería iniciática de que si Franco había gobernado 40 años el PSOE debía hacer lo propio, lo que estigmatiza al adversario. Ya en el tardofranquismo se admiraba la socialdemocracia europea (la correcta administración del capitalismo) y a personajes como Brandt, Kreisky, el falsario Mitterand y hasta Palme que subió los impuestos directos al 80% motivando la huida de un místico como Igmar Bergman, pero ese talante, corregido periódicamente por las derechas, ha mutado en eso tan mostrenco de «hay que echar al PP», y si se pudiera quedar en extraparlamentario, mejor. El entierro del bipartidismo que tantos celebran es el entierro de la sardina, y sin dos partidos nacionales que se repartan el centro a derecha e izquierda no saldremos del agujero y vendrán años de duelos y quebrantos como ya apunta Madrid donde gobierna lo mejor de cada casa. Sánchez se aproxima al cero absoluto (-273,15 C), y ya no se puede bajar más aunque se derrita el Artico. El problema no es el PP sino un PSOE criogenizado.