PSOE
PSOE, S.A.
Nuestros partidos políticos, como los equipos de fútbol y todas las empresas acogidas al relativo anonimato de las acciones numeradas, son teórica y hasta legalmente propiedad de sus socios. Sánchez es el consejero delegado de un PSOE, S.A., elegido por la Junta de Accionistas. A nadie extraña que tantos socialistas se refirieran a su partido como «la empresa», y a don Pedro solo le resta comunicar su nueva condición a la Comisión Nacional del Mercado de Valores. Obtener 60.000 votos de entre 187.000 accionistas es menos de la mitad, y da para proclamarse legítimamente, pero no para sacar pecho. 60.000 afiliados ante más de 36 millones de españoles censados dan para dirigir un partido en números rojos, pero no, moral o sociológicamente, para considerarse primera oposición o para plantear con tanta soltura asuntos troncales de nuestra convivencia como la territorialidad. Pero, quizá, el día que Dios repartió la modestia y la humildad, Sánchez tenía un partido de baloncesto. Desde antes de resucitar como Lázaro, don Pablo teje y desteje la madeja del nacionalismo como Penélope enredando aún más el ovillo. ¿España es una nación de naciones?; pues sí. También somos una nación plurilingüística, multiautonómica y pluri regional, comarcal y municipal. Para nuestro provecho España es muy variada en historia, en idiosincrasia, en folklore y en gastronomía. Pero somos más nación que el Reino Unido, agregación de reinos y lenguas y sin Constitución. Los reinos de Castilla y Aragón tienen más Historia de la que puede digerir el desconocido periodista Puigdemont y no faltarán con la deriva de estos tiempos de idiocia quienes pidan la independencia de la Comunidad de Madrid, que tendría porvenir, dejando la capital como distrito federal. Texas fue República independiente antes de asociarse a la Unión, y las Hawaii, monarquía soberana derrocada militarmente, anexionada y abducida como Estado en fecha tan cercana como los años cincuenta, pero ni la afásica Melania Trump calificaría EE UU de nación de naciones o se atrevería a sugerir que las reservas amerindias son una nación cultural. El nacionalismo autoritario francés, tan próximo, es tabú. Sánchez, consejero delegado de una sociedad anónima que a cada elección vende menos, y respaldado por una mayoría minoritaria de accionistas, se ocupa primero de cambiar el código de comercio. Le volverán a echar y regresará como MacArthur a Filipinas. Es como aquel general del cuento que no se rendía ni ante la evidencia.
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