Política

Manuel Coma

Putin gana siempre

Putin gana siempre
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Si el nuevo alto el fuego entre Rusia y Ucrania se cumpliera, el presidente ruso, Vladimir Putin, consolidaría importantes ganancias con casi ninguna concesión, a pesar de lo cual nadie espera que lo respete. La misma canciller alemana, Angela Merkel, dijo que sólo ofrece «un destello de esperanza». Putin no lo ha hecho nunca, ve la posibilidad de mayores ganancias y no percibe obstáculo insuperable alguno para conseguirlas. ¿Por qué va a cumplirlo? Una vez más el líder del Kremlin ha hecho una exhibición de su buena voluntad, pero no tiene ningún inconveniente en denunciar las violaciones de la otra parte, negar su intervención y presentarse como víctima, no ya de Kiev sino de las malignas intenciones del Oeste, dirigidas directamente desde Washington contra toda Rusia. Así lo dice él y su ministro de Asuntos Exteriores, Sergei Lavrov, con todas las letras, y así lo proclama incesantemente su voluminoso aparato de propaganda. La gran perdedora es Ucrania, que se somete a muchos de los dictados rusos, pero continuar el conflicto será para ella todavía peor.

Controlar más territorio en el este está dentro de lo posible para Putin, pero las ventajas que le reportaría no son tantas y puede que no le compensen los costes que le iban a suponer, puesto que la resistencia aumentará a medida que se adentre hacia el oeste y se aproxime a la capital del país, Kiev. Avanzar por el sur le permitiría enlazar territorialmente con Crimea, y eso sí que es estratégicamente muy valioso. De ahí la reciente concentración de esfuerzos sobre Mariúpol, puerto de mar al este de la península anexionada hace un año. Si pudiera continuar hasta Odesa y alcanzar Moldavia, república soviética de estirpe rumana donde ya tiene una quinta columna, metería una punta de lanza en el costado de Europa y controlaría todo la orilla septentrional del mar Negro, enclaustrando a Ucrania por el sur. Su prestigio interior, ya por las nubes, no haría más que aumentar, pero debe tener cuidado con el precio económico a pagar, tanto por las sanciones como por los gastos militares y administrativos.

Los rusos quieren victorias, pero gratis, y no desean en absoluto verse arrastrados a una guerra. Por ese lado el peligro es escaso para Putin, porque la actitud occidental le garantiza la inhibición bélica de Occidente, que alimenta de continuo, asustándonos con su disposición a la escalada. Occidente no ha proporcionado ni un tirachinas al Ejército ucraniano, pero ni eso nos libra de la perpetua acusación de agresividad y belicismo. En el maratón de los Acuerdos Minsk 2 han estado François Hollande y Angela Merkel para jurar y perjurar por la pasividad europea.

Las perspectivas siguen la tendencia de todo un año, es decir, cada vez más negras. Lo desesperante es que el más eficaz aliado de los manejos del Kremlin es el incontenible desastre interior ucraniano.