Lucas Haurie

¿Qué sistema financiero?

En algunos municipios del Campo de Gibraltar, los policías municipales cogen el autobús de línea para hacer las inspecciones rutinarias o las notificaciones menos urgentes. Pese a la incidencia de la refinería de Cepsa en la economía de la zona, los ayuntamientos no tienen ni para la gasolina del parque móvil. Eso sí, a ningún alcalde se le ha ocurrido usar su coche particular en el trabajo como sí deben hacer los funcionarios sin saber si al final del mes les reembolsarán los tiques de combustible. En realidad, también ejecutan sus labores en la incertidumbre sobre unas nóminas que con frecuencia llegan tarde y en ocasiones, si no hay suerte, se apunta lo debido en la barra de hielo. En época de vacas gordas, como quien dice anteayer, las localidades costeras (y muchas del interior) se embarcaron en esa orgía de gasto público que hoy tiene al erario canino. La financiación corría a cargo de unas cajas de ahorro dirigidas por políticos, cuya quiebra asumen nuestros impuestos sin que hayamos logrado siquiera sacarle a tan derrochadores gobernantes, sin distinción de partidos, una palabra de contrición. Se refieren a un vago «sistema financiero» que en Andalucía no lo encarnaban los especuladores de Lehman Brothers, ni siquiera los ejecutivos de los grandes bancos españoles, sino la turba de desdentados con carné que ellos habían puesto a jugar a los rockefeller en los consejos de administración. Y que firmaban en barbecho cuanto al concejal de turno se le ocurría porque «yo no sabía nada de cuentas».