ERE

Reccusatio, petita... y olvidada

La Razón
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El Partido Popular ha recusado a Pedro Izquierdo, el juez de la Audiencia de Sevilla que fue designado, mediante un sorteo que ríanse de las bolas calientes de la Champions, como ponente de la llamada pieza política de los ERE. Resulta que el hombre que debe juzgar a Chaves, Griñán y otras dos docenas de altos cargos de la Junta fue... alto cargo de la Junta a las órdenes de Chaves y Griñán. El andoba no pensaba que esta coincidencia con los acusados en el ámbito en el que presuntamente perpetraron sus fechorías, durante la bagatela de seis años, mermase su obligado sentido de la imparcialidad. En realidad, no hay nada extraño en la actitud de Izquierdo, cuyo comportamiento se enmarca en la acendrada tradición juntera de extrañarse de sus actos ilícitos (o, excusarán el palabro, inéticos) al modo que lo hacen los centrales leñeros. Cuando un árbitro amonesta a un defensa por bailar un zapateado sobre la tráquea del rival, el carnicero se compunge, hace pucheritos, aspavienta, abre mucho los ojos como un búho y se señala el pecho: «¿Yo?» La impunidad es exactamente esto: estar convencido de que las cortapisas, sean legales o morales, son siempre para el otro. «¿Es que está mal repartir el dinero de los parados entre mis votantes? ¿Acaso no puede mi hijo percibir una subvención millonaria? ¿Por qué voy a tener que inhibirme en el juicio de mis antiguos jefes y compañeros de gabinete? Árbitro, ¡la tarjeta amarilla es injusta!». Estará muy ofendido el magistrado Izquierdo por las dudas expresadas por el PP en la recusación. Encima. Cinco de los acusados deliberaron y certificaron su idoneidad para los cargos que ostentó, uno de ellos con rango de viceconsejero y salario muy superior al que percibe en el juzgado. Hombre, hombre, no hay que ser malpensado.