César Lumbreras
Reformar la UE
Que la actual Unión Europea (UE) y sus predecesoras, como la Comunidad Económica Europea (CEE), entre otras, han reportado importantes beneficios a Europa y a sus ciudadanos durante el siglo pasado y los primeros años del actual, no admite discusión y no es necesario enumerarlos. Ahora bien, también es verdad que la UE, como toda obra humana, no es perfecta y creo que ha llegado el momento de proceder a una reforma en profundidad de la misma para evitar que se repitan casos como el Brexit, algo que no se puede descartar, ni mucho menos, vistos los tiempos que corren. Después de más de treinta años viajando con mucha frecuencia a Bruselas y siguiendo la información que sale de allí, cada vez estoy más convencido de que hemos contribuido a formar un monstruo burocrático, que amenaza con devorarnos a los ciudadanos y a la propia UE. El entramado de las instituciones está formado por varias decenas de miles de funcionarios que disfrutan de unas condiciones privilegiadas en cuanto a sueldos, tratamiento fiscal o pensiones, por poner tan solo unos ejemplos, que viven en una especie de burbuja, cada vez más alejados de la realidad de los administrados (los ciudadanos de a pie de los Estados miembros), que somos los que pagamos con los impuestos su «modus vivendi». Hace poco un amigo me preguntaba algo que me sorprendió: «Oye, ¿tú crees que los de Bruselas se han enterado de que desde 2008 estamos inmersos en una crisis económica de caballo?». Yo le dije que me parecía que sí, a lo que él respondió con un lacónico «pues no lo parece». Es sólo una vertiente del problema y no la única, pero sí de las más importantes. Hace falta que los de Bruselas, desde el actual presidente de la Comisión a media jornada, hasta los funcionarios de la última categoría laboral, se den cuenta, de una vez por todas, que las propuestas y decisiones que adoptan tienen repercusión sobre la vida de millones de personas. Necesitan un baño de realidad y realismo ya.
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