Carmen Gurruchaga
Refugio de etarras
Parece increíble que en el siglo XXI los terroristas de cualquier signo encuentren lugares en los que pasearse impunemente sin temor a que la Policía los detenga o la Justicia los juzgue. Venezuela ha sido junto a México uno de los destinos tradicionales para los etarras que habían decidido «pasar a la reserva». En ambos países encontraban refugio y cobijo en las potentes y acaudaladas colonias vascas existentes allí desde mediados del siglo XX, independientemente del color del Gobierno.
Más tarde, se unieron otros países a estos santuarios, entre los que destaca Cuba y el régimen castrista. Ni qué decir de la seguridad que proporcionó a la colonia etarra la llegada de Chávez al poder. Es más, cuando alguno de los terroristas que se encontraba de «año sabático» decidía trasladarse a Francia para reforzar las maltrechas filas de ETA, no encontraban ningún problema para salir o entrar en el país del régimen bolivariano. Por eso no resulta extraño que De Juana fuera visto por un empresario español en un centro comercial del estado de Anzoátegui, paseando con total tranquilidad, sabiéndose intocable. El terrorista donostiarra lleva escaqueándose de la Justicia desde agosto de 2008. Primero se escapó de España tras ser llamado a declarar por leer una misiva que enaltecía el terrorismo. Después vivió en Irlanda hasta que en mayo del año pasado el Alto Tribunal de ese país accedió a su extradición. Pero cuando fueron a buscarlo, ya se había escapado a Venezuela.
Y todos los gobiernos han «respetado» este estatus anormal, hasta que alguien ha dicho: «¡Basta ya!». Esa persona es Consuelo Ordóñez, portavoz de Covite, que ha viajado a Venezuela y ha regresado con un listado del medio centenar de etarras que viven allí y que tienen causas pendientes con la Justicia, pese a lo cual nadie los molesta.
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