Rosetta Forner
Regálateme
Hoy tenemos resaca post San Valentín. El calendario comercial tiene una fecha para «demostrar amor» en forma de regalos. No todo lo que puede comprarse con dinero es una muestra de amor. El que no se demuestra cada día, no es amor sino «intereses varios». Los americanos usan la expresión «I love you» con la misma facilidad con la que respiran. Dicen «I love the salad», para expresar que les gusta la ensalada, lo cual siempre me ha hecho mucha gracia. Claro que el amor fingido o malinterpretado, no tiene nada de gracioso. Debería enseñarse (y aprenderse) a diferenciar el cariño verdadero del interesado. Ni todas las personas, ni todas las épocas de la vida, son aptas para estar en pareja. Ayer leí, en la columna de Reyes Monforte, que una hembrista le echa la culpa de la violencia de género a San Valentín. Memas, haberlas haylas. Cuando nos amamos y respetamos no toleramos ofensas ni permanecemos en relaciones donde no se nos respeta, ni ama, ni apoya, ni dignifica. Que no te hayan enseñado en tu familia a «ser lo mejor que te ha pasado» no significa que no puedas aprender o procurarte terapeuta o coach que te enseñe (es lo mejor que puedes hacer por ti). «Lo que permites, es lo que promueves». Por consiguiente, si queremos ser amados, no debemos permanecer en relaciones tóxicas que nos denigren el alma.
Mejor solo que mal acompañado. No por tener un regalo en SV, el regalador ama más. No por carecer de pareja, la persona es menos valiosa. Los regalos, como el amor, deben ser incondicionales y sin factura escondida ni envenenada. Para hacer un regalo basta tener dinero. Para amar se necesita un corazón con alma. Los mejores regalos son invisibles, y empiezan por A: amor, amistad, alegría, abrazo, alma, ayuda, amabilidad...
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