Historia

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Regreso al pasado

La Razón
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El día de Navidad, 54.000 personas fueron desalojadas de Augsburgo al encontrarse una bomba de origen británico de la Segunda Guerra Mundial en una obra del centro de la ciudad alemana. Durante horas, los ciudadanos tuvieron que abandonar su presente a causa de un pasado que todos creían enterrado. 71 años después del final de la guerra, todavía hay miles de bombas sin explotar en el subsuelo de Alemania, 3.000 solo en Berlín. Cada cierto tiempo se encuentra uno de estos artefactos y la ciudadanía se ve obligada a desalojar su presente para desactivar los vestigios del pasado.

El pasado siempre vuelve. La verdad es que no se ha ido nunca; aunque no se vea , sigue ahí, para siempre. Es absurdo y comprobadamente inútil intentar huir del pasado porque siempre corre más que cualquiera de nosotros y termina por atraparnos. Tan inútil es huir de él como intentar borrarlo porque, aunque nos avergüence, nos disguste o nos acompleje es de donde venimos, e igual que no podemos negar que hemos salido del vientre de nuestra madre, no podemos negar nuestra ruta vital. A veces , algunos sienten la necesidad de revertir ese trayecto y emprender el camino inverso, volver atrás con la esperanza de recuperar algo que, por desconocimiento o desilusión, se piensa perdido. Después de la guerra de los Balcanes, los jóvenes de Sarajevo se reunían en algunos cafés de la ciudad con sus paredes repletas de imágenes del mariscal Tito, jefe del Estado de Yugoslavia desde la Segunda Guerra Mundial hasta su muerte en 1980, añorando aquel pasado. Hoy, 25 años después de la dimisión de Gorbachov y de la disolución de la URSS, muchos extrañan los años del imperio, idealizan un pasado que para los que lo vivieron no lo fue tanto. Cuando se añora el pasado es porque el presente no se antoja halagüeño ni otorga una visión convincente del futuro. Tener la necesidad de mirar al pasado es lícito, siempre que no se albergue la tentación de permanecer en él por una falsa nostalgia que nos saque del presente y nos prive del futuro. Para el filósofo danés Soren Kierkegaard, «la vida sólo puede ser comprendida mirando hacia atrás, pero ha de ser vivida mirando hacia delante». No es mal consejo.