Rosetta Forner

Reparto de talentos

Fui estudiante universitaria becada. Como soy de no dormirme en los laureles, me busqué la manera de practicar lo que aprendía en la Facultad al tiempo que ganaba dinero para no depender de la beca. La ayuda que, para un estudiante, pueda suponer la beca, debería ser un «elemento adicional», no el eje en el que hacer depender la supervivencia universitaria, ya sea aquí o en otro país. Aprender a buscarnos la vida, practicar el hacer malabarismos con el tiempo, el esfuerzo y la dedicación, despiertan en nosotros dotes de management, liderazgo, solución de problemas, resolución de conflictos, entre otros. Y, todo ello por el módico precio de la «experiencia personal». Debe «premiarse» (no ayudarse) a los estudiantes con bajos recursos económicos, brillantes y competentes que sepan sacarle partido al «premioportunidad» –para muchos puede suponer su «pasaporte al éxito»-. La vida real después de la Universidad es muy competitiva, y no está becada. En el arte de luchar para lograr objetivos, aprendemos que lo mejor es no hacernos depender de «elementos» que no estén en nuestras manos. Con o sin beca, debemos intentar conseguir lo que nos proponemos en la vida. Cuando era publicista, conocí a gente que practicaba el «salir a perder a la vida»: no ampliaba su formación alegando que la empresa no se le pagaba. Cuando invertir en recursos susceptibles de ser multiplicados es «salir a ganar». La formación propia -lo que se aprende, en el cerebro de uno se queda-, es una inversión ganadora que multiplicará lo invertido. Formarse en el extranjero es muy recomendable, merece la pena (yo lo hice), por eso con o sin beca, aquellos que, en la vida, optan por la «estrategia salir a ganar», se buscan la manera de alcanzar su propósito. En el arriesgarse está la semilla de la competitividad. Aunque a los socialistas les encante hacer proselitismo y «líismo» (de «lío») a propósito de cualquier cosa: becas sí, pero a los que vayan a hacer un buen uso de los talentos que les «bequen».