Balance del Gobierno
Respaldo a 100 días de gobierno
El pasado 30 de octubre, Mariano Rajoy fue investido presidente del Gobierno, después de 10 meses de estar en funciones. Su candidatura salió adelante con la abstención de 68 de los 85 diputados socialistas. Esta decisión, bloqueada obstinadamente y sin perspectiva de futuro alguna para crear otra mayoría, acabó con el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, dispuesto a prolongar una situación que ponía seriamente en riesgo la estabilidad del país. De ahí vienen algunos de los males del socialismo español. A los 100 primeros días del nuevo mandato de Rajoy, puede decirse que la situación política está estabilizada, con un mapa parlamentario que, aunque no es el mejor para el PP, sí por lo menos le permite sacar adelante leyes y acuerdos fundamentales, como el techo de gasto y los compromisos europeos, además de los presupuestos generales. Sobre este último capítulo, es difícil contar con el apoyo socialista –dada su debilidad orgánica y en pleno proceso de primarias–, por lo que el Gobierno podría prorrogarlos con la previsión de que el crecimiento económico, el regreso de la inflación y los últimos cambios normativos en el impuesto de sociedades impulsen los ingresos públicos al máximo histórico este ejercicio. En los tres últimos años se ha producido una clara mejora laboral; 2016 acabó con 413.600 ocupados más, un 2,3% más que el año anterior. El ritmo de recuperación de 2017 comenzó con incrementos superiores al 3%. El FMI ha elevado una décima su pronóstico de crecimiento para España en este año, hasta el 2,3%, y lo ha subido dos décimas para el siguiente hasta el 2,1%. Los datos económicos son favorables, a pesar de algunos desajustes en la deuda pública, un hecho que no es exclusivo de nuestra economía y que compartimos con las de otros países. Lo fundamental en esta coyuntura tan especial es que el PP se ha situado como fuerza central capaz de llegar a acuerdos con los partidos constitucionalistas, PSOE y Ciudadanos. El electorado ha premiado este papel de partido estabilizador, con un programa claro de gobierno y unos objetivos a corto y medio plazo. No es poco, dada la situación del resto de partidos. Según una encuesta de NC Report, los populares volverían a ganar y aumentarían su representación parlamentaria en una horquilla entre 16 y 20 escaños más, lo que supondría situarse en los 157 diputados. De confirmarse las previsiones, Ciudadanos, con una bajada de 729.570 votos, se situaría entre los 25 y los 30 escaños, lo que supondría que los partidos de Rajoy y Rivera superarían holgadamente la mayoría absoluta. Quien continúa en su alarmante caída en picado es el PSOE, que se dejaría 1.269.846 apoyos y entre 9 y 14 parlamentarios. La mayoría de votantes que ha perdido la confianza en el actual PSOE se abstendría (24,1%) y sólo el 3% se iría a Podemos, lo que induce a pensar que este electorado quiere que los socialistas recuperen un discurso más centrado y, sobre todo, alejado de Pablo Iglesias y de las últimas propuestas de Pedro Sánchez. Aunque Podemos ganaría en votos al PSOE –con un diferencia de 209.000– y sería la segunda fuerza parlamentaria en votos, pierde el mismo número de apoyos que Ciudadanos, sufriendo un desgaste por sus peleas internas (la abstención llegaría al 15%). En general, el mapa político se estabiliza, pero con una pérdida general de votos y situando al PP como partido central en un contexto tan complicado como el que plantea el Brexit, la victoria de Trump, el auge de Le Pen en Francia –y su posible victoria–, junto al avance de otros partidos de extrema derecha, los populismos y el papel de Putin ante una UE desnortada.
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