PSOE

Retratos por el suelo

La Razón
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El ajuste de cuentas de Pedro Sánchez con el pasado socialista y con el aparato del PSOE ha dejado fuera de juego a las principales figuras históricas del partido, que se habían manifestado contra él en estos comicios internos de funestas consecuencias para el futuro del socialismo en España. La rebelión de las bases se ha llevado por delante y ha arrojado al suelo los retratos, hasta ahora venerados en las casas del pueblo, de González, Guerra, Zapatero, Rubalcaba y la mayor parte de los líderes regionales, que habían apostado públicamente por Díaz más que nada para evitar la vuelta a Ferraz del errático secretario general defenestrado. Éste ha aprovechado la corriente de irracionalidad y descontento de «los de abajo», como Trump, como el «Brexit», como Podemos, para ganar las primarias y anunciar la ruptura con el pasado y la puesta en marcha de un nuevo PSOE. Borrón y cuenta nueva. «Construir un nuevo PSOE, el de los militantes», proclamó. ¡Ahora es la nuestra!, les vino a decir tras la victoria a los sufridos y encolerizados afiliados. Y muchos, pobres ilusos, se lo han creído.

Lo que propone es más que una renovación del partido centenario, que ha tenido en los últimos cuarenta años un papel destacado en el progreso y el desarrollo democrático de España. Es una inquietante pérdida de la memoria y una ruptura con el pasado y con sus principales puntos de referencia. Si no le paran los pies a este hombre en el inminente congreso y restituyen al lugar que les corresponde los retratos de los personajes históricos y lo que estos representan, el partido corre el peligro cierto de romperse y desintegrarse. Si le dejan, el tradicional poder representativo quedará sometido a partir de ahora a la conexión directa del líder con la militancia. Sobran aparatos y contrapesos. Democracia directa, como exigen los nuevos tiempos. Es decir, populismo barato. Parece como si Sánchez hubiera leído «Los caballeros» de Aristófanes: «Tienes todo cuanto necesitas para arrastrar al pueblo: la voz terrible, un carácter perverso y un rostro increíblemente descarado. En suma, posees todas las cualidades necesarias para gobernar».

No, desde luego, para llegar a la Moncloa, el gran sueño personal, casi enfermizo, de Sánchez, que parece cada vez más lejano, sino para gobernar este PSOE roto, desorientado y a la baja, con las bases divididas y cabreadas, acosado por Podemos a su izquierda y por Ciudadanos a su derecha. Cs será el más beneficiado de la deriva «podemita» del «nuevo PSOE» de Sánchez. De la mano de éste, ni siquiera es hoy una fuerza fiable en asuntos de Estado tan importantes como la «cuestión catalana». Lo de España «nación de naciones» y su zigzagueante comportamiento con Podemos han llevado a los dirigentes históricos del PSOE y a la actual dirección provisional, a desconfiar de él. Y lo siguen haciendo. Sobre todo, después de comprobar su errática trayectoria en asuntos tan graves. Los que tienen experiencia de gobierno –Felipe, Guerra, Zapatero, Rubalcaba, etc.–, ahora descalificados por los seguidores de Sánchez, temen además que lo de construir ese nuevo PSOE «de izquierda y de los militantes» signifique, como en Francia e Inglaterra, renunciar a la moderación y a la socialdemocracia y liquidar el partido. Es normal que estén preocupados.