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Roma no paga traidores

La Razón
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Uno de los aspectos que más cuidan las organizaciones políticas son sus equipos de comunicación. La experiencia les ha demostrado que el relato que se proyecta desde los medios de información termina siendo la opinión que se genera en la sociedad.

Por eso, en el día a día, estos equipos intentan influir en la noticia que se va a contar en periódicos, cadenas de televisión, radio o redes sociales. En ocasiones tratan de minimizar los daños de una crisis, en otras, lograr el apoyo a una posición política o a una acción concreta.

Sin embargo, hay cosas muy difíciles de explicar y, cuando algo no tiene justificación, suele ser que se ha errado.

Cuando en el seno de un partido hay divergencias se puede caer en la tentación de excluir en la formación de los equipos de trabajo a aquellos miembros y dirigentes de la organización a los que se considera que no están en las posiciones más próximas.

La percepción externa de esto ha cambiado en los últimos tiempos. Mientras que hace años al que no contaba en sus equipos con los que expresaban opiniones matizadas o críticas, en algunos aspectos, se le consideraba «sectario y excluyente», ahora se ha impuesto la idea de que la cohesión interna requiere de direcciones monolíticas.

Hasta ahí, son discutibles ambas posiciones y todo lo que habita en el terreno de lo opinable suele terminar como empieza, cada cuál con su razón.

Sin embargo, hay cuestiones que son indiscutibles. Muchos se sorprendieron cuando en el año 2014 el PSOE dejó la dirección de la política de comunicación en las manos de quien había formado la imagen del Sr. Rivera en Ciudadanos, porque intentar convencer al electorado no es lo mismo que vender coches y además de expertos en marketing se necesita criterio político.

Aquello pasó, pero después pocos entendieron que se incorporase a las listas por Madrid al Congreso de los Diputados a la Sra. Lozano, ex de UPyD con un largo historial de injurias e insultos al PSOE.

Aquello dolió a todos los militantes socialistas, que tuvieron que pasar de defenderse de las afirmaciones más graves a pegar carteles con la cara de esta señora.

Tampoco debió entenderlo el electorado porque la candidatura del PSOE por Madrid quedó la cuarta.

Pero la máxima desde la calle Ferraz es que «hay que reclutar a los mejores y lo mejor está fuera del Partido Socialista», como la hoy diputada Zaida Cantera, que aporta un toque de «elegancia en las formas parlamentarias».

La última incorporación es la del Sr. Iván Redondo, que fue asesor del polémico Sr. García Albiol y también ex consejero del Sr. Monago en Extremadura. Sin duda, su fichaje se debe a los éxitos políticos alcanzados por todos aquellos para los que ha trabajado.

Los socialistas extremeños, con su presidente a la cabeza, no han salido aún del impacto. Ellos le conocen bien, se le considera el promotor de toda la estrategia de acoso y derribo político y también personal del presidente Fernández Vara.

El Sr. Redondo no ejerció como freelance, es decir, como un mero profesional en Extremadura, sino que fue miembro del gobierno, es decir, tuvo responsabilidad política del más alto nivel. Quizá su contrato obedece a que, en realidad, fue el hombre que destrozó la imagen del Sr. Monago, hasta el punto de quedar inservible para la política.

Sinceramente, no sé si semejante decisión merece más esfuerzo económico de los militantes del partido, como se solicitó hace unos días. El refrán dice que «Roma no paga traidores», lástima que no diga nada de Madrid.