María José Navarro
Salvadores
«¡España es heavy!», se oye a todas horas desde que el anteayer un heavy («jevi» para entendernos) ganara «La Voz», el enésimo concurso sobre el talento de jóvenes en busca de un futuro mejor. En plena ofensiva nacionalista, en plena redefinición del concepto de España, en medio de un tsunami de debates entre la conveniencia de una España federal, una España autonómica o una España centralizada e igual peinada, resulta que ha llegado un melenudo con voz atronadora y ha zanjado el debate: ni plural ni única, ni federal ni autonómica, España es melenuda y Jevi. Y una, vaya por delante, se apunta al carro: de ser algo, mejor ser jevis que otra cosa, mejor saludar con cuernos en las manos y mover el pelazo al compás del guitarreo que andar a la gresca todo el rato, que es a lo que tendemos. Y además una tiene predilección por los jevis, «la tribu del bien» como la definió un tipo la mar de certero y muy poco jevi. Es bien sabido que los jevis, entre hachas, calaveras e imágenes de Eddie el de Iron Maiden, suelen ser tipos encantadores, amigos leales y hombres de principios metálicos. Así que hemos tenido suerte. Finalmente, ha tenido que ser un jevi el que ha terminado por traer cordura al debate sobre el modelo de Estado; ha tenido que ser un jevi greñúo el unificador de España en un solo grito. Esto sólo lo consiguió antes otro tipo poco jevi y bastante poco melenudo: Iniesta. Y a estas alturas ya saben Vds. a dónde quería yo llegar: cuando tengan dudas profundas sobre las cosas importantes, hagan Vds. el favor de llamar a uno de Albacete.
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