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«Sánchez no es nadie sin Rajoy»

La Razón
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El Comité Federal del PSOE del 1 de octubre fue uno de los espectáculos más bochornosos del socialismo español. Sus líderes no lo ocultan. Ni los partidarios de Pedro Sánchez ni sus adversarios políticos liderados por Susana Díaz. Ninguno pone paños calientes a la hora de explicar el bochorno de lo sucedido. Sin embargo, algunas historias no se contaron en su momento, pero ahora empiezan a ver la luz.

Un grupo de dirigentes territoriales críticos se reunió la tarde del viernes 30 de septiembre para analizar lo que podía suceder en el Comité Federal y hacer recuento de fuerzas. Analizando los números de partidarios o detractores del todavía secretario general, podían contar con la victoria. Los nubarrones se cernían sobre ella si el análisis se planteaba en términos políticos. Es decir, si Sánchez planteaba en el Comité Federal la votación de una consulta a la militancia sobre el voto socialista a la investidura de Rajoy.

Esta votación nunca se produjo. Pedro Sánchez se limitó a pedir la votación sobre un congreso que revalidara su liderazgo. En ningún momento se planteó la consulta a la militancia que tanto temían sus críticos. ¿Por qué? Porque «Pedro no es nada ni nadie sin Rajoy», apunta un dirigente que estuvo en esa reunión previa al Comité Federal. «Pedro Sánchez no convocó la consulta a la militancia porque sabía que la ganaría y ésa sería su propia tumba».

Según este dirigente del PSOE, los partidarios de Sánchez ni tan siquiera sabían «cuál era la correlación de fuerzas en el Comité Federal. De hecho, sólo se dieron cuenta de que podían perder el mismo día del Comité». Este fue el detonante de sucesos como las urnas escondidas, broncas y desencuentros en una reunión del máximo órgano entre congresos en la que nadie pidió un debate político. «Si convocaban una consulta a la militancia sobre el apoyo o no del PSOE a Rajoy, Pedro Sánchez ganaría sin ningún género de dudas. Pero esa victoria abocaba al país a unas terceras elecciones», y en este punto remacha con contundencia: «Y esa sería la tumba de Sánchez. Perdería las elecciones y, por tanto, perdería todas las posibilidades de ser reelegido secretario general. No le interesaba el debate político porque le cerraba las puertas a la secretaría general. Sólo le interesaba levantar la bandera de Rajoy para garantizarse su reelección».

En definitiva, Sánchez primó su continuidad al frente del partido a plantear una cuestión política. Además, según este dirigente que no quiere que no se le identifique, prefiere literalmente aparecer «difuminado», Sánchez tampoco planteó abiertamente en ese Comité su «gobierno del cambio». «Lo podía haber hecho, y podía habérselo consultado a la militancia, pero no lo hizo. Y no lo hizo porque Pedro Sánchez era consciente que la militancia socialista no comulgaba con un gobierno con muchos partidos».

En primer lugar, en la militancia socialista el «cabreo» con Podemos –con Pablo Iglesias en particular– era descomunal y pactar un gobierno con el partido morado, sus mareas catalana y gallega, Compromís, Esquerra Republicana, PNV y la antigua Convergència «se antojaba un oxímoron para los militantes». «Ya es difícil gobernar en solitario y más difícil gobernar en coalición con dos o tres partidos, no le digo nada gobernar con una coalición de estas características», apunta este dirigente que se pregunta «cuáles hubieran sido las contrapartidas que, por ejemplo, hubieran planteado los partidos independentistas catalanes».

Otro dirigente que también estuvo en la reunión preparatoria confirma esta tesis porque «fue un error de los que nos oponíamos a Sánchez no articular un discurso alternativo. Nadie hizo un relato alternativo para evitar más la fractura del partido», lo que fue aprovechado por la «Ejecutiva Federal para presentarnos como entreguistas». Este alto dirigente socialista añade: «Pedro había perdido dos veces y había llevado al partido a una profunda crisis y a una profunda división, llevarlo a una tercera derrota no se lo podía permitir».

La situación era tan compleja en el Comité Federal que César Luena, secretario general de La Rioja y mano derecha de Sánchez en la secretaría de organización, no sabía en la mañana del 1 de octubre cual eran los apoyos que tenía la ejecutiva. De hecho, cuando LA RAZÓN publicó 15 días antes que se produciría una dimisión en masa en la dirección de Pedro Sánchez, la callada fue la respuesta a requerimientos de este periódico. De hecho, la información fue ninguneada y negada. No se le dio ningún crédito. Lo cierto es que Luena no conocía estos movimientos.

Dirigentes socialistas consultados por LA RAZÓN apuntan a Luena «como epicentro del desastre» que llevó al Comité Federal del 1 de octubre. No sólo no conocía los datos «de hecho, no tenía ni idea. Contaba los votos como si fueran repollos. No atendía a los matices», sino que su trabajo de división le pasó factura. A juicio de estos dirigentes «las crisis acaecidas en Madrid, en Castilla León o en Galicia, e incluso la agitación que favorecía Luena en Valencia o en la propia Andalucía, y, sobre todo, la agitación de los militantes contra los dirigentes del partido», provocó que muchos de estos dirigentes «le dieran la espalda a última hora». Por ejemplo, Luena contaba con el apoyo de los 22 miembros del PSC en el Comité Federal. Todos los presentes en la votación respaldaron a Sánchez. Con lo que no contaban ni Luena ni Sánchez era que no votaran los 22, «que unos cuántos se fueran del Comité porque perdían el AVE».