Iñaki Zaragüeta

¡Saquen las piedras!

Si la acción de Fabian Picardo constituye una afrenta y un perjuicio para los intereses nacionales, se lava mucho mejor –quizá la única forma– entre dos aliados que pretenden seguir siéndolo «desfaciendo el entuerto», como diría el ingenioso hidalgo, que devolviéndoles una más grande, cuando ésta además provoca tiros en nuestros mismos pies, que son los problemas para los trabajadores que a diario están obligados a cruzar la Verja.

El primer ministro británico, David Cameron, no puede sentir de nuevo la prepotencia de hacer lo que le venga en gana (permitir al mandamás llanito determinadas acciones es eso) sin que sienta el hierro de la humildad desandando lo andado. El presidente Mariano Rajoy y su ministro de Asuntos Exteriores José Manuel García-Margallo han actuado como merece la ocasión, pero de nada habrá servido ese bienhacer si las cosas se quedan como están ahora. El Ejecutivo de Gibraltar habrá vuelto a practicar la tradicional política de hechos consumados, avanzando hacia los objetivos contrarios y contradictorios a los de España.

Desde luego, el Gobierno de Su Graciosa Majestad, el de la Pérfida Albión, está obligado a dar alguna muestra de acercamiento, de buena voluntad. Enviar algunos barcos de guerra no lo es, por más que la escala se califique de rutinaria. ¡Saquen las piedras, carajo! Así es la vida.