Pedro Narváez

Se equivocó la Paloma

La Razón
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Tras el desplante a los toros, una media verónica a la Virgen de la Paloma. Manuela Carmena no quiere que se confunda popular con populismo para convertirse así en el ferragosto de Madrid en la antichulapa de la plebe inmunda que es como ser el malo de Batman en la ciudad de los pecados. Lo malo de dar tanto la espalda a la tradición es que al final del rábano sólo quedan las hojas y se vuelven mohosas las cuchillas de afeitar.

La alcaldesa se ha casado con el pueblo de Madrid pero no lo quiere en la salud o en la enfermedad sino sólo cuando le place, o sea que le pone los cuernos con la ideología, lo que puede acabar en motín de vírgenes. La Paloma terminará siendo una «okupa» en su barrio mientras los del patio maravillas suben a los altares.

Las gentes del barrio acabarán en las catacumbas. Y así es como se gobierna para todos, la minoría que la llevó al sillón y a la moda del tuteo que no sé por qué esta señora no nos llama de usted si ni siquiera hemos sido presentados. Lo que hace Manuela Carmena es esponsorizar la mala educación, como ir de guay al estilo de un cura de «Cuéntame» que es de donde parece haber salido el muevo icono de la modernidad «trash».

El Kichi de Cádiz se tentó el traje nuevo antes de decirle no al Nazareno y aceptó lo que todos los alcaldes a sabiendas de que si le daba la espalda al Cristo acabaría frito, fino y comestible como una tortilla de camarones. Esperamos que al menos ese día en que toda España celebra a su patrona Carmena vaya en metro a trabajar. Como una jornada cualquiera.