Julián Cabrera
Seis «emergentes» diferencias
Hace ya varios meses que los líderes de las dos formaciones consideradas «emergentes», Iglesias-Rivera, Rivera-Iglesias, cayeron en la cuenta de que una posible voladura del bipartidismo no pasaría tanto por un nuevo panorama de cuatro referentes parlamentarios –sondeos de antes del verano– como de un tripartidismo –actuales sondeos– que cada día se atisba como más evidente. Dando por hecho que Partido Popular y PSOE seguirán siendo dos actores seguros de primer orden en el inmediato escenario parlamentario, la gran batalla que lleva librándose especialmente desde los pasados comicios municipales y autonómicos es la que pasa por hacerse con esa condición de «tercero en discordia». En Podemos, formación surgida al albur del descontento social con los recortes, se tuvo muy claro que el «asalto al cielo» requería ampliar el angular ideológico hacia espacios más templados en la socialdemocracia, mientras que Ciudadanos precisaba salir de la crisálida de su discurso único antinacionalista para venderse como formación real de centro que atrayese votos tanto del Partido Popular como del Partido Socialista. A día de hoy, en esa batalla por constituirse en uno de los tres referentes del tripartidismo con aspiraciones incluso de llegar a La Moncloa, Iglesias se ha volatilizado y Rivera sube en ascenso libre. Las razones tienen mucho que ver con la manera en que uno y otro han gestionado su trayectoria ascendente de los últimos meses hasta conseguir una velocidad de crucero estable y con posibilidades de seguir creciendo, y que se reflejan en las palmarias diferencias a la hora de actuar. Valga media docena de ejemplos: uno, Rivera ha mantenido desde el inicio un discurso netamente liberal que ha calado transversalmente, mientras que Iglesias ha pasado bruscamente del discurso «anticasta» al flirteo con la socialdemocracia. Dos, Ciudadanos es un partido construido desde la figura del líder hacia abajo, permitiendo un mayor monolitismo mientras que Podemos se ha construido desde la base de una amplia contestación social hacia el vértice del líder Iglesias y eso ha dado pie a mayores disensiones internas hoy evidentes. Tres, Rivera lleva en la primera línea política desde hace nueve años, cuando consiguiera su primer escaño autonómico tras la campaña del «despelote» e Iglesias ha pasado en demasiado poco tiempo del ámbito universitario a la primera línea con su escaño en el Parlamento europeo. Cuatro, Rivera es un claro y decidido defensor de la unidad de España desde el minuto uno, Iglesias apostó desde el inicio por un «derecho a decidir» que ahora le pasa factura, por no hablar de las evidentes diferencias frente al terror yihadista. Cinco, el crecimiento de ciudadanos ha sido progresivo frente al «descorche» de espuma que supuso la irrupción de Podemos. Y seis, Rivera le disputa a Pedro Sánchez el electorado desde el centro hacia la izquierda sin dejar de rebañarle votos a Rajoy, mientras que Iglesias sólo ha podido disputarle a Sánchez ese espacio desde la extrema izquierda. La conclusión, vistas las diferencias entre «emergentes», es que el papel de Ciudadanos puede ser tan clave en el futuro inmediato del país como irrelevante a pesar de su innegable irrupción, el de Podemos.
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