Alfonso Ussía

Señor Fiscal

Señor Fiscal: Le traslado mi honda preocupación. Tengo el honor de conocerlo y contar con su amistad desde decenios hacia atrás. Cuando usted era un joven fiscal, unos versos inofensivos y escritos con «animus iocandi», publicados con mi firma en el «Sábado Gráfico» de Eugenio Suárez irritaron sobremanera a quien era su jefe, el Fiscal General Burón Barba. Este buen hombre le ordenó empapelarme, y usted le exigió la orden por escrito. Se enfrentó al Poder por defender la libertad de un poeta satírico al que no conocía, y guardo buena memoria de su integridad y firmeza. Corrían tiempos difíciles. Los españoles desayunábamos cada día con un atentado mortal de la ETA, el asesinato de un inocente y la tragedia de sus familiares. «Con la que está cayendo, la Fiscalía no puede dedicarse a perseguir sonetos».

Poco más tarde nos conocimos y se estableció entre nosotros una cordialidad mutua que ha perdurado al paso de los años. Y que perdura. De ahí la necesidad de hacerle partícipe de mi preocupación. España, la nuestra, la de siempre, la del mapa que nos aprendimos en el colegio, se mueve por un precipicio. Las viejas chorradas nacionalistas de Cataluña se han convertido en serias amenazas de separación. Se pone en duda la resistencia del Presidente del Gobierno. Unos, elogian su serena pasividad, y otros le reprochan su falta de contundencia en el uso de las leyes.

Y usted, señor Fiscal, ha contribuído al desasosiego al anunciar que la Fiscalía actuará contra el Gobierno de la Generalidad, el Parlamento de Cataluña y las organizaciones separatistas financiadas con el dinero de todos los españoles cuando se consuma algún delito. Mi ignorancia me obliga a la prudencia, señor Fiscal, pero inmerso en ella intuyo que no un delito, sino muchos y graves, se han consumado ya sin que la Fiscalía haya actuado. Se ha malversado el dinero público financiando concentraciones y propaganda separatista. Se ha desobedecido con chulería y recochineo al Tribunal Constitucional. Se ha mantenido la convocatoria de la dichosa consulta ilegal, y se ha aprobado en el Parlamento de Cataluña una extravagante Ley de Consultas cuyas competencias no le corresponden. Se ha ocultado la corrupción de la política nacionalista, se ha derrochado el dinero de todos los ciudadanos en propiciar esa consulta que choca frontalmente con la letra de la Constitución que aprobó en su día más del 90% de los catalanes. Se ha robado. Se han contratado despachos de influencia con el dinero procedente de las arcas del Estado destinado a la Sanidad y el pago a la red de farmacias. Todo ello, señor Fiscal, promovido por quien representa en Cataluña al Rey. Se han cometido y consumado varios y graves delitos, entre los que destacan la traición y la sedición. No espere, señor Fiscal a que aumente la relación de delitos y de presumibles delincuentes.

Entiendo que el Fiscal General, en un problema de tanta gravedad como es la desmembración de España a espaldas de la voluntad de los españoles, aguarde una orden superior para actuar. Intuyo que esa orden no le llegará. Nadie sabe qué España nos están preparando entre Arriola, Rajoy y la señora Soraya. Se oye mucho la voz «diálogo», cuando está demostrado que ese intercambio de ideas se convierte en papel mojado con la permanente traición de los separatistas. Actúe, señor Fiscal. No tema las reacciones y los complejos. Lo hizo la Segunda República de manera terminante. Usted, que es firme y valiente, no puede compartir la enfermiza sumisión del Gobierno, ni el asalto a las leyes, ni el órdago a la Constitución ni la dejadez de unos gobernantes que ya no existen en nuestra esperanza.

Con todo respeto.