Jorge Urosa
Señorías y soldada
Tres años después de la petición de UPyD, la Asamblea de Madrid ha decidido, por fin, hacer públicos los sueldos de los diputados regionales. No entiendo muy bien, más allá del contenido económico de los sueldos, las reticencias a que se hagan públicos los citados sueldos, cuando provienen del erario público y su conocimiento no es sólo un derecho para la ciudadanía, sino una obligación política, y yo diría que en un momento como éste, hasta moral.
No es que los sueldos sean un absoluto escándalo; el sueldo base medio de un diputado es de 3.503 euros, aunque casi ninguno deja de percibir una retribución extra, que va desde los 1.825 euros hasta los 677, dependiendo de si son portavoces de las comisiones o presidentes de las mismas, pero en el momento actual no parece que sean una minucia, más que nada porque el presidente de la Asamblea se acerca a los 8.000 euros brutos y el «solidario» Gómez, a los 5.500 y eso ya empieza a parecerme desorbitado. En mi humilde parecer, lo malo no son los sueldos, que en todo caso son cuestionables, sino la resistencia de los diputados a que se conozcan. Quizás todos estaríamos más tranquilos si al final de cada ejercicio se publicase una memoria del trabajo de sus señorías, –propuestas, trabajo en comisión, intervenciones– más que nada para conocer su dedicación real a la cosa pública. El callado recelo a que conozcamos su soldada rezuma culpabilidad, no podemos saber si por el trabajo o por el dinero; sus señorías sabrán por qué.
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