Iñaki Zaragüeta
Sentimiento español
Esta columna debería haberse publicado el domingo, pero mis problemas con internet lo impidieron. En cualquier caso, la millonaria manifestación del domingo ratifica mi tesis. Decía que percibía algunas consecuencias positivas de la intentona separatista de Carles Puigdemont y sus mariachis: la recuperación del sentimiento español, por un lado, y por otro, la eliminación del miedo a la hora de expresarlo. En Cataluña y en el resto de España.
Las innumerables banderas en los balcones, la infinita colección de ejemplos propagados por las redes sociales, las concentraciones frente a los radicales de la CUP y del secesionismo y las muestras públicas de apoyo a la Guardia Civil y Policía Nacional constituyen ejemplos claros de lo que expongo.
He escrito, con intención, sentimiento español. No un nacionalismo español excluyente como el el catalanismo excluyente predicado y practicado por el Gobierno de Puigdemont y Junqueras, así como por la estructura montada en torno a la educación y a cualquier estamento dependiente de la Generalitat. Los escraches contra quienes no piensan como ellos, la implantación del pensamiento único son instrumentos de corto recorrido en una democracia desarrollada. Y España lo es, aunque a veces pretendamos lo contrario.
Estoy convencido de que serán los propios catalanes quienes aportarán el grano de arena definitivo para detener este viaje a ninguna parte. Esto quizá no está acabado, pero toca a su fin. Ahora es el turno del Estado de Derecho para aplicar a todos delincuentes la misma vara de medir a la que se nos somete al resto de ciudadanos. Así es la vida.
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