Lenguaje

¿Sexo débil?

La Razón
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Permíteme el interrogante de ahí arriba, aunque te recuerde al truco de Hazte Oír para sacar su caravana tránsfoba a las calles. Hablemos hoy de revisar conceptos, pidámosle a nuestra RAE que pase urgentemente la ITV. Date ahora mismo una vuelta por su edición online. Te dejo aquí, a modo de aperitivo, varias definiciones que, gracias a que algunos han recogido firmas y han hecho ruido, espero sean rápidamente matizadas o que, directamente, desaparezcan del diccionario. Sexo débil: conjunto de las mujeres. Sexo fuerte: conjunto de los hombres. Histeria: enfermedad más frecuente en las mujeres. Mujer pública: prostituta. Hombre público: el que tiene influjo y presencia en la vida social. Cocinillas: hombre que se entromete en las tareas domésticas. También figuran como «mujer de» las fiscalas, las zapateras, las médicas, las juezas. Estas últimas se han quejado, con razón. ¿Cómo que «mujer de»? Señores académicos, en España, el 52% de los integrantes de la carrera judicial son juezas o magistradas. Ustedes les han respondido: revisarán el concepto «a la mayor brevedad». Significa que tardarán meses, incluso años, en hacerlo, sabiendo que millones de personas consultan a cada instante su diccionario.

Ustedes no inventan, solo recogen palabras en uso y las describen. Al César lo que es del César, pero el idioma evoluciona, las palabras influyen, penetran en las almas. Acaben ya con aquellas que dibujan entornos proclives al micromachismo, concepto tan de moda y, a la vez, tan verdadero. La violencia de género que nos mata a diario, ésa que nos apuñala, que nos degüella, que nos estrangula, emerge en ambientes domésticos poblados por mujeres con el alma fatigada, el sexo débil y el vocabulario ofensivo como arma arrojadiza. Mujeres que no conocen el amor sano, como tú, que ahora me lees.

Este 8 de marzo te deseo valentía para que te quieras y huyas –a pesar del dichoso síndrome de Estocolmo– de cualquiera que amenace tu existencia. A ti, luchadora, te deseo que en los entornos laborales te valoren como mereces. Recuerda que no eres más que nadie, pero tampoco menos. Deseo también con ganas que los eruditos de la RAE se animen a borrar el día 8 de marzo esa definición que a ti, señora jueza, no te hace justicia. Y que abran las ventanas, y que aireen una institución que tiene la obligación de predicar con el ejemplo, aunque, como tantas otras, camina a paso de tortuga centenaria.