Martín Prieto

Sharon y la neurosis de la seguridad

Reunido amicalmente con un Embajador israelí y su equipo le pregunté por sus submarinos con misiles de largo alcance y cabezas nucleares que patrullan constantemente el Mediterráneo oriental. Como Israel no figura oficialmente en el club atómico militar temí que me tomara por inconveniente, pero se rió: «Nuestra política oficial establece que ni confirmamos ni negamos la existencia de tales submarinos». Ergo, los poseen como todo el mundo sabe. Uno de sus diplomáticos se condolió: «Por territorio y población Israel no soporta un ataque nuclear y sólo quedaría arrojar al mar los cadáveres de los judíos. Una represalia submarina sería la venganza de los muertos». La seguridad es la obsesión israelí desde su nacimiento, llevada a una entendible neurosis. Esa inquietud explica la esquizofrenia (lo que la cursilería define como bipolar) del recién enterrado general y primer ministro, Ariel Sharon, peor militar que político. Las matanzas de palestinos en Líbano le convinieron para sacar a la OLP del país y exiliar a Túnez a Arafat. La carnicería de Sabra y Chatila fue asunto de las falanges cristianas libanesas, mientras Sharon miraba hacia otro lado. Hay precedentes: el Ejército Rojo, a tiro de cañón de Varsovia, frenó en seco su avance para que los alemanes destruyeran el ghetto y una sublevación obediente al Gobierno polaco exiliado en Londres. El holocausto de los musulmanes bosnios en Sebrenica se efectuó a la vista de un general europeo al mando de un contingente de la ONU. Y las matanzas de los grandes lagos africanos se hicieron mientras las tropas internacionales tiraban fotos. La formación castrense de Sharon fue la de paracaidista en unidades contrainsurgentes, y eso moldea muy mal carácter. Políticamente vaciar Gaza, con gran violencia, de colonos judíos, sabiendo que entregaba la franja al terrorismo de Hamas, sentó con Cisjordania la hipótesis de un Estado palestino. Doctor Jeckyll y Mister Hyde. Israel carece de profundidad estratégica y sólo puede defenderse atacando. Habrá paz cuando árabes y persas reconozcan la seguridad israelí.