Alfonso Merlos
Sin vuelta de hoja
Es lo último que necesita España. O lo primero, si lo que deseamos es meter a este país de hoz y coz en el fango, en la bronca, en la puñalada trapera, en el ejercicio bajo y sucio del partidismo. No nos conviene que vuelen los trastos de un lado a otro cuando al fondo hay ocho decenas de muertos y otras tantas de heridos. Y estamos, en este sentido, caminando sobre una delgada línea roja. Delicadísima. Susceptible de romperse mañana o esta tarde.
No le demos más vueltas de las imprescindibles e ineludibles. Aquí hay un señor que puso una máquina, en un momento determinado y fatídico y en un punto concreto y letal, por encima del doble de la velocidad permitida. Se acabó. Éste no es uno de los asuntos que, sobre el tapete, sumen o resten votos. Éste no es un tema que se presta a la demagogia o que puede arrancar aplausos fáciles del respetable. No caigamos en la trampa de los que buscan responsabilidades políticas sí o sí. Y si vienen de dirigentes del PP, mejor que mejor. El trazado del AVE en España no es ninguna chapuza. Las medidas de seguridad que protegen nuestras vidas cuando viajamos en ferrocarril sin duda que son mejorables, pero su nivel y sus exigencias son altísimos.
En este instante, podemos hacer dos cosas. Creernos la patraña de que los descuidos y recortes de Rajoy han generado una merma en la protección de los viajeros que se suben a los trenes. O, en sentido contrario, defender la excelencia de nuestra tecnología y nuestra ingeniería sobre railes. Y, al mismo tiempo, repudiar a aquellos maquinistas que vacilan de alcanzar altísimas velocidades cuando de ellos depende la integridad física de cientos de personas.
Estamos convencidos de que el PSOE, como excepción que confirma la regla, no imputará el dolor y el sufrimiento y la sepultura de los gallegos a los desmanes y la tacañería de la derecha. Ahí estamos.
✕
Accede a tu cuenta para comentar