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Socialismo español

Socialismo español
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He escrito muchas veces en libros y periódicos sobre el socialismo o, mejor dicho, sobre el camino que el socialismo ha tomado en España. Me he cansado de predicar en el vacío. Lo mismo que me sucedió cuando expliqué aquí, en LA RAZÓN, que el mal llamado derecho a decidir no es un derecho democrático. Una ola de irracionalidad envuelve al país. Recuerdo aquello de Protágoras de que como los hombres todos poseen logos, son capaces de convencerse unos a otros: este sería el fundamento de la democracia. Mal profeta Protágoras. Más bien escuchamos una confusa algarabía que nos deja perplejos. Da la impresión de que todos somos corruptos, lo que no es verdad: la masa de la información contradictoria y a veces tendenciosa aplasta a la verdad con supuestas verdades. ¿Por qué no esperan a que haya un juicio justo?

Pero paso al socialismo español, que en estos días ha recibido la sentencia que merecía su comportamiento irracional: como no recoge votos suficientes, se ha unido, desde hace muchos años, a todos los movimientos subversivos y escorados bien a la izquierda profunda, bien a la disolución de la nación. ¿El resultado? Su propio hundimiento. Los marginales, tras verse aupados por ellos, ahora los abandonan. Como era previsible. El partido socialista catalán se ha separado. Todas sus maniobras a favor de los sucesivos estatutos de autonomía han acabado en esto: los socialistas catalanes se han pasado al catalanismo radical. Los han dejado tirados. En el País Vasco les espera igual destino. Se convirtieron en los salvadores de una ETA que estaba a punto de ser derrotada, la introdujeron en las instituciones del Estado, ¡y todavía, hoy cuando escribo, votan a favor de sus propuestas,:sacar de la cárcel a los terroristas que a ellos mismos los asesinaban! El futuro está escrito: los dejarán tirados, igual que en Cataluña.

Pero volvamos al pasado. Aquí hay, por lo menos, una cosa clara. El socialismo razonable era una contribución justa para quitar virulencia a problemas sociales y económicos. Pero desde el principio mismo, los socialistas estaban escindidos y siguen estándolo. Había y hay sin duda los que buscaban la democracia, la tendencia Lassalle, y los de la vía revolucionaria, la del mismo Marx. La primera tendencia es la de diversos partidos socialistas, así ocurre en Alemania desde 1959 (Congreso de Bad Godesberg), casi siempre en el laborismo inglés, con frecuencia en Francia, raras veces en España. Porque la vía revolucionaria, la de Marx, ha triunfado las más veces entre los socialistas españoles: primero con Iglesias, luego con la revolución del 17, más tarde con la del 34, después, en la Guerra Civil, en que defenestraron a los socialistas razonables como de los Ríos y Besteiro y se unieron a Largo y los comunistas. Así les fue. Pues ahora, igual. Se han unido a esa algarabía antiespañola y antidemocrática y no han aceptado su derrota en las elecciones generales. Al día siguiente comenzaron a unirse a todos los que alborotan y rompen la paz en España. Quieren hacer caer al Gobierno a base de disturbios y de insultos, de cercos al Congreso, de apoyo a todos los subversivos, a supuestos sindicatos (como el llamado «de estudiantes»: ni sindicato ni estudiantes, ¿por qué les dan dinero?), de arremeter contra cualquier idea que no sea la suya.

Señores socialistas: Vds. han sido formalmente derrotados por la vía política, no acudan a la de la subversión y los insultos. Ya ven a dónde les ha llevado su política tolerante con ETA y con el separatismo catalán. Y no se dan cuenta de que si perdieron, y volverían a perder ahora mismo, no es tanto por mérito del PP como para huir de Vds. Muchos votaron, simplemente, contra el Sr. Zapatero y muchos de sus ministros y ministras. La coalición entre el Socialismo actual o quienes lo dirigen y el sector contestatario-independentista ha fracasado. Para decir esto no hace falta apoyar al ciento por ciento al Sr. Rajoy ni a su partido. Podemos diferir en mil cosas o dudar del éxito de su intento de imponer a los hechos la lentitud de su ritmo. Pero no merece ese trato, que no viene de argumentos racionales, sino de hambre de poder y del irracionalismo.

La situación económica y otras varias situaciones han forzado medidas sin duda impopulares. Pero ellos hicieron concesiones que muchos no aprobaríamos, como, por ejemplo, aquellos pasos que han metido a ETA en las instituciones; de ellos los socialistas y sus aliados son los responsables.

Ésta es la situación del socialismo: su ala radical y ansiosa de poder le ha llevado a decisiones que más de la mitad de los españoles han condenado. Siguen sosteniendo la política de Zapatero y de los que están más allá de él. Y han recogido los frutos, sobre todo en Cataluña y el País Vasco. Dos lugares sensibles que habría que tratar con sabiduría. Por no atender al interés general los socialistas están hundiendo su propio tinglado. Lo menos que puede decirse es que allí y en todas partes recogen vidrios rotos. Y se comprende fácilmente. Es otra política la que habría ayudado a ellos y a España.