Cástor Díaz Barrado

Solimán Schah

Un nutrido grupo de soldados turcos ha penetrado en territorio sirio con la doble finalidad de rescatar a soldados turcos cuya vida corría peligro y que se encontraban custodiando la tumba de Solimán Schah, uno de los símbolos del imperio otomano y, al mismo tiempo, proteger los restos del abuelo de Osman I, considerado como el verdadero fundador de este Imperio. Turquía no ha solicitado la autorización de las autoridades sirias quizá en el entendimiento de que el mausoleo y sus alrededores es un enclave turco que debe ser protegido por quien ejerce la soberanía. No obstante, se trata de una incursión militar en el territorio de un estado que contraviene las normas básicas del ordenamiento jurídico internacional. Aunque los objetivos de la acción militar no merezcan el reproche de la sociedad internacional pues se trata de defender vidas humanas que se encuentran en peligro y de poner a salvo símbolos de la identidad turca hubiera sido preciso el consentimiento de las autoridades sirias. Es verdad que no se ha atentado, en esencia, contra la integridad territorial ni contra la independencia política de Siria más allá del acto físico de la entrada militar en territorio extranjero. Pero la convivencia internacional exige que comportamientos de este tipo, que pueden llegar a ser perfectamente lícitos, se hagan en el marco de la cooperación internacional, sobre todo en supuestos de este tipo. Lo que sorprende, realmente, es que no se ha producido una reacción de rechazo por parte de la comunidad internacional y que ni tan siquiera se han derrochado esfuerzos para justificar una acción de esta índole. La situación de guerra civil e internacional en la que está inmersa Siria se encuentra en la base de que esté hecho no haya merecido apenas la atención de los principales actores de la sociedad internacional e, incluso, que las propias autoridades sirias no hayan insistido, con profundidad, en la condena de los hechos. La presencia de las milicias del Estado Islámico en territorio sirio y en las proximidades de la tumba de Solimán Schah se ha considerado, desde la perspectiva política, como una justificación más que suficiente para que el gobierno turco realice esta acción militar. El hecho en sí no se deja de ser anecdótico en el marco de un conflicto de gran envergadura como el que tiene lugar en el territorio y en las fronteras entre Siria, Iraq y Turquía y en el seno de la profunda preocupación que habita en la comunidad internacional por la expansión del Estado Islámico por esa región. Lo que no hay que olvidar, sin embargo, es que comportamientos de este tipo crean precedentes y que, a la postre, consolidan nuevas normas en el Derecho Internacional.