Cástor Díaz Barrado

¿Sólo amenazas?

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¿Sólo amenazas?larazon

El cúmulo de amenazas verbales que han lanzado las autoridades de Pyongyang en los últimos días contra Corea del Sur es contemplado, en ocasiones, como un componente más, no de la realidad, sino de una pura comicidad internacional. Las formas de expresión que emplean, con frecuencia, los dirigentes norcoreanos son histriónicas en todas las cuestiones y asuntos de los que nos llega información de un estado tan hermético. La sumisión hace que se comprendan, aunque no se compartan, comportamientos de ese tipo cuando las imágenes muestran a la población en actos oficiales. Cada estado puede tener expresiones propias y defender la idiosincrasia de los pueblos a los que representa. La sociedad internacional es rica y variada en las formas de manifestación y las expresiones culturales y sociales varían mucho entre los estados que conforman el planeta. Lo complicado es aceptar manifestaciones de expresión, por cómicas que puedan parecer, que se refieren a declarar la guerra o que amenazan con el inicio de un conflicto bélico. La amenaza con el uso de la fuerza en las relaciones internacionales está específicamente prohibida por el ordenamiento jurídico internacional y esto es, precisamente, lo que está haciendo Corea del Norte. Por ahora, no se aprecian comportamientos que indiquen que las autoridades de Pyongyang estén dispuestas a iniciar un ataque contra su vecino del sur, y todo parece quedarse en una retórica de guerra que, muy probablemente, beneficia a los seguidores de Kim Jong Un en el orden interno. Aunque no se vislumbren componentes de peligro, la mera expresión de que se va a utilizar la fuerza en las relaciones internacionales debe ser condenada por la comunidad internacional. Rusia no debería haber pedido sólo contención a las partes, sino que también debería haber condenado enérgicamente el comportamiento de Corea del Norte. Las amenazas proferidas por este Estado crean un estado de inminencia y podrían provocar un ataque armado. Las amenazas en la sociedad internacional son peligrosas por sí mismas y no son, en ningún caso, inocuas. Menos aún cuando proceden de un Estado que, además, ha puesto en marcha un programa nuclear. La pervivencia del actual régimen en Corea del Norte se debe a la tolerancia de la sociedad internacional y, en particular, de sus aliados. Corea del Sur y Estados Unidos hacen bien en tomarse en serio el discurso norcoreano. Pero a China le corresponde detener la escalada verbal norcoreana y, asimismo, comenzar el desmantelamiento de un régimen que pone en peligro la paz mundial.