Toni Bolaño

«Somos socialistas, no nacionalistas»

Alfredo Pérez Rubalcaba subió a la tribuna con la mano abierta. Dispuesto al diálogo porque «queremos seguir juntos y queremos decidir juntos». Hizo caso omiso de la andanada del representante de CiU, Jordi Turull, «Cataluña ha iniciado un camino sin retorno» o la de Francesc Homs, consejero de Presidencia de la Generalitat, «digan lo que digan, votaremos igual». Ofreció su solución, dialogar sobre todo reformando la Constitución con carácter federal planteándola como «un marco de convivencia».

Rubalcaba reconoció la existencia de un problema –al igual que hizo Rajoy, a decir de fuentes socialistas por la influencia de Rubalcaba– en un discurso de tono amable, limando aristas y propositivo. Un discurso que tenía un prioritario destinatario: los desencantados votantes socialistas catalanes que están atónitos por la deriva veleta de su partido de referencia. «Somos socialistas, no nacionalistas», resumió el secretario general del PSOE. Seguro que los sectores críticos se removieron en sus sillas porque, en ese momento, cayeron en la cuenta de que estaban en el partido equivocado.

Rubalcaba siguió con su lenguaje suave en las formas pero contundente en el fondo. Rechazó de plano el discurso soberanista del «España nos roba», que calificó de dañino e insolidario, y marcó distancias con la independencia cuando dijo «no nos gustan los procesos que obligan a elegir entre catalán y español». Todo un remake de las palabras de su antigua rival en el Congreso Federal del PSOE, Carme Chacón, cuando dijo en «Espejo Público» –octubre de 2012– «no quiero que me pidan ser de papá y mamá. ¿Tengo que decidir por mi hijo si es catalán o español?».

El líder de la oposición insistió en su propuesta federal –aunque sin desvelar sus contenidos más allá de los enunciados genéricos– como la solución a un conflicto que afecta a todos por igual porque «España sin Cataluña es otra cosa». Rubalcaba propuso formalmente abrir un «proceso de negociación democrático, transparente, legal y acordado» que desemboque en una nueva Constitución y un nuevo Estatuto sobre el que vuelvan a decidir los catalanes. La reforma federal debe «recoger las aspiraciones del pueblo de Cataluña» y distinguir «la singularidad» como eje fundamental para dar soluciones a los problemas.

Rubalcaba ha puesto el dedo en la llaga cuando ha recordado el origen del conflicto. Por un lado, la crisis. Por otro, la decisión del Tribunal Constitucional de modificar el Estatuto refrendado en las urnas por los catalanes, sin olvidar la campaña política y mediática del Partido Popular que incluyó la recogida de firmas contra el Estatuto de Cataluña.

Miquel Iceta, miembro de la ejecutiva federal del PSOE y miembro del PSC, ha valorado muy positivamente la intervención de Duran Lleida por su predisposición a «negociar todo» y ha mostrado una cierta decepción con el presidente Rajoy «porque se ha quedado corto y no ha concretado el marco de una posible negociación».