LaLiga Santander
Sorprendido sin papel
Ni con 2-0 convencía el Valencia, imagen de fragilidad corrosiva, de cotidiana depresión, de ahogado en la orilla, grada enfebrecida. Enfrente, un Madrid insustancial al que, en román paladino, pillaron descargando y sin papel. No parecía que el Valencia, desnaturalizado por un singapurés que lo compró con todas las prerrogativas para hacer negocio, pudiera ganar ese partido que entre los minutos 5 y 8 se le puso de cara. Le bastó correr para meter dos goles; fue suficiente que saliera desesperado, intenso, para que a Cristiano se le descolgara el rostro. Con dos aspectos básicos del fútbol, repliegue y contragolpe, el equipo de Voro ruborizaba al de Zidane, perplejo por el cataclismo que estaba presenciando. Pensaría que dónde estaba su equipo, dónde sus jugadores, dónde la repetida intensidad... Enfrente, al otro lado de su campo.
A diferencia del Valencia, el Madrid dispone de recursos y calidad para revertir situaciones complicadas. Cristiano se ofreció, apretó las mandíbulas y se fijó un objetivo inalienable: vencer o vencer. La fatalidad merodeó por las filas valencianistas al romperse Nani, un pilar en tiempos revueltos. Luego llegó el gol de Cristiano. Al descanso se fue un equipo en aparente retirada, el que ganaba, y otro que crecía... no lo suficiente. Chocó el Madrid con una muralla, topó con su falta de puntería, se desazonó con determinadas decisiones del árbitro, que según avanzaba el encuentro distribuía los errores con cierta equidad, y terminó perdiendo contra un rival que no parecía que pudiera ganar. Pero ganó y al Madrid, líder, le queda una bala menos en la recámara.
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