Alfonso Merlos
Sostenella neocomunista
Persisten empecinadamente en errores garrafales. A sabiendas. Por orgullo. Por sectarismo. Con la arrogancia que anunciaron que debía estar desterrada de eso que llaman «la nueva política». Es inaceptable este sostenella y no enmendalla en formato neocomunista. Es una actitud equivocada y que marca a las claras la hoja de ruta y el estilo de Podemos y sus franquicias.
No. Así no. La señora Carmena está dando en sus primeros pasos como regidora capitalina cualquier cosa menos ejemplo. Todo lo contrario. ¿En qué han quedado las implacables críticas al clientelismo y el enchufismo? ¿En qué esos ataques furibundos a los representantes públicos que convertían las instituciones en su cortijo y el de sus arrimados? ¿Cómo es posible que a los populistas de las camisetas moradas se les haya caído la careta no en cien días sino en cien horas? ¿Es esto acabar con la casta y el nepotismo? ¡Por favor!
El caso Cueto es la prueba del algodón de que todo, también en política, es susceptible de empeorar; y, algo peor, de que los que llegaban con la bandera de la regeneración al Palacio de Cibeles están pisoteando las últimas normativas que en este decisivo capítulo había aprobado el equipo de Botella. Y que iban magníficamente encaminadas. No le demos demasiadas vueltas a esta penosa forma de proceder. La están aplicando quienes se consideran por encima del Bien y del Mal, quienes pretenden hacer borrón y cuenta nueva incluso de leyes y reglamentos certeramente impulsados, quienes carecen de todo aquello de lo que presumen. Estamos ante la gigantesca hipocresía y el abrumador engaño del posibilista, del oportunista, del farsante con el que el ciudadano corriente y molinete, como regla, no transige. Al tiempo.
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