Fernando de Haro

Suicida transformación

Fue en una tarde de comienzos de junio de 2011. Y se presentó con tonos épicos. El acuerdo sobre la Diputación de Barcelona, que se selló en el hotel Catalonia-Berna entre Oriol Pujol y Jorge Fernández Díaz, se contó por los cronistas nacionalistas como el pacto de gobierno más importante cerrado por las dos formaciones hasta el momento. ¿Por qué era tan relevante que Salvador Esteve, alcalde de Martorell, de CiU, ocupara el despacho de la segunda planta del edificio de Can Serra? El Can Serra, donde tiene la sede la Diputación de Barcelona, es un emblema del municipalismo catalán. Fue proyectado por Josep Puig i Cadafalch, presidente de la Mancomunitat de Municipis. Puig i Cadalfalch, modernista y contemporáneo de Gaudí, lideró el gran movimiento del municipalismo catalán. Desde la vuelta de la democracia, el despacho de la segunda planta del Can Serra había estado ocupado por los socialistas. De su elegancia disfrutaron en su momento el ex presidente Montilla o el que fue ministro de Trabajo, Corbacho. El control de la Diputación para el PSC fue hasta 2011 el síntoma claro de su poder en Cataluña. Estamos hablando de un territorio de 311 municipios con una población de más de 5 millones de personas. Cuando a los socialistas las cosas no les iban del todo bien siempre les quedaba el gobierno de la Administración provincial como refugio. Esteve llegaba al Can Serra con un acuerdo que situaba al popular Alberto Fernández Díaz en la vicepresidencia y que certificaba el declive del PSC. El centro-derecha nacionalista y el centro-derecha no nacionalista se entendían. El pacto era de tanto calado que, a pesar de la deriva soberanista de Mas, hasta mediados de este mes de enero líderes de Convergència aseguraban estar dispuestos a mantenerlo. Sólo hace un año y medio de su firma en el Catalonia-Berna. Y parece que hace un siglo. Lo sucedido en la Diputación de Barcelona es el testimonio más claro de la suicida transformación que Mas le ha impuesto a CiU.