Julián García Candau
Superioridad no, K.O.
No fue superioridad manifiesta: fue K.O. La primera parte de la parte contratante, la Liga, es del Barcelona. La segunda parte de la parte contratante, la Copa del Rey, del Real Madrid. A ambos les quedará todavía la tercera, la Liga de Campeones, y, a la vista de lo sucedido, el Madrid está más cerca de eliminar al Manchester United que el Barça al Milán.
El Madrid estuvo en estado de gracia, y el Barça, como en Milán. El Madrid, jugando al contragolpe rápido para que Cristiano dejase atrás a los defensores barcelonistas. El equipo madrileño, en presión constante y robo de balón. Los azulgrana, fallando incluso en el pase y sin poseer la pelota. Los madridistas, retrato fidedigno de su imagen. Los barceloneses, desconocidos salvo en la torpeza de intentar la penetración por el centro de la zaga madridista siempre bien cubierta y con solidaridad general. La teoría de que el Barça es equipo apenas existió. Tan extraño fue, que hasta Iniesta rompió los hábitos y trató de buscar el gol con disparos desde fuera del área.
Además de los datos apuntados, en el partido hubo dos cuestiones claras: Cristiano hizo su papel y Messi continuó en el tono gris de Milán. El portugués jugó a lo suyo y el argentino no se halla y, sin embargo, intenta lo que en otras ocasiones le salía. Vilanova, desde Nueva York, ordenó la presencia de Cesc con la intención de dominar en el centro del campo y fue error, porque apenas se le vio. Tampoco Xavi fue el director de otras veces y Busquets no cortó el juego madridista. Villa y Tello, la presunta solución, el plan B, entraron tarde.
Messi está fundido. Hasta ayer, el Madrid se hundía en la segunda parte y ahora es el Barça el equipo que física y mentalmente está sin la mínima inspiración.
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