Cristina López Schlichting

Tanga de leopardo

Si las chicas del balonmano playa tienen que ir en braga y «top», justo es que los tíos vayan a pecho descubierto y con tanga. Tengo que reconocer que el asunto me indigna. Los machos han convertido el voley playa –un deporte esforzadísimo y meritorio– en un espectáculo erótico, con chiringuito incluido, al que acuden encantados de tener una excusa para ver cuerpos hermosos moviéndose sobre la arena. No me extraña que las atletas estén que trinan y pasen de las normas de equipación de forma generalizada. Una chica no se entrena día y noche para que venga un señor a solazarse con sus nalgas. Que se compren un póster. Naturalmente, el uniforme oficial de los chicos consiste en pantalón holgadito y camiseta convencional. Menuda cara. Preguntados sobre la polémica, los responsables hablan de comodidad y estética. Ni es cómodo que te miren el culo, ni parece prioritaria la estética en el deporte. Que yo sepa, los jugadores de fútbol americano no llevan cascos «estéticos», ni los de baloncesto tienen proporciones de modelo. La exigencia de la Federación es escandalosamente machista. Para que los equipos masculinos sean igualmente «estéticos» se impone depilación a la cera, aceite corporal, pecho desnudo y un mínimo bañador, que nos permita juzgar la dotación del jugador. A ver qué opinan los chicos. Yo no saldría con esas bragas al campo hasta que los varones no lo hiciesen con tanga, pero de pelo de leopardo verdadero. Hay que jeringarse.