Julián Cabrera
«Titiripócritas»
El cine español sigue contando hoy con un elenco de talentos fieles herederos de los Berlanga, Buñuel, Saura y muchos otros forjados en tiempos poco fáciles. Su sello lo vemos en algunas producciones en forma de documentales, series de televisión o largometrajes premiados dentro y fuera de nuestro país y que sin embargo no escapan a una manifiesta y clara distorsión derivada de uno de los principales males de nuestro cine, la politización.
También yo he disfrutado de inmensas obras maestras del cine español, algunas no demasiado conocidas y de otras más recientes que han concurrido con desigual fortuna a la última edición de los Goya como «Caníbal», «Las Brujas de Zugarramurdi» o «Guadalquivir», todas ellas tan merecedoras del pago de 9 euros como «El Lobo de Wall Street» o «Nebraska». Sin embargo me siento incapaz de cenarme la emisión televisiva de una gala trufada de sesgos mitineros orientados siempre en la misma dirección y con el mismo tinte de mojigatería «chanelflauta».
Los actores españoles son en una inmensa y desconocida mayoría un colectivo con penurias, digamos que ni más ni menos que los de otros sectores, pero cuya realidad no se corresponde con ese ejercicio de hipocresía al cubo que nos brindan los de siempre desde una alfombra roja y sin reparar en detalles que a ellos les afectan lo justo o nada, como por ejemplo confundir las andanadas a Wert sobre temas competencia de Montoro.
Encaja muy bien el éxito en esta edición de los Goya de una película sobre aquelarres, tal vez para recordar a quienes propugnan lo contrario, que en el sueldo de un gobernante no se contempla el acudir a uno de ellos para ser insultado o abucheado, claro está, salvo que pregunten a los Bardem o a la buena de Valldecabres.
✕
Accede a tu cuenta para comentar