Julián Redondo
Tormentos
El Real Madrid cree en la inocencia de Karim Benzema, por eso le defiende; la Federación Francesa de Fútbol sospecha que no todo el campo es orégano y opta por exiliar a la figura de su selección hasta que la juez que lleva el caso del chantaje a Valbuena determine que la estrella está limpia como una patena y que todo ha sido un inmenso error, u horror.
Al verle con la moral por los suelos, compungido por todo lo que se le viene encima al otro lado de los Pirineos, Rafa Benítez decidió mitigar los sufrimientos de Benzema y le dio más minutos en los partidos, más confianza y pruebas de cariño verdadero. De no ser por la FFF, Deschamps hubiese seguido esa hoja de ruta porque tiene al futbolista en altísima consideración. «¿Os encanta Karim?», preguntó a sus compatriotas periodistas, «pues a mí, más», les confesó. Luego su pérdida, acaso temporal, tal vez prolongada más allá de la Eurocopa, le resultará tan dolorosa como difícil de suplir.
El Madrid apoya sin fisuras a Benzema, pero no puede protegerle ni de sus compatriotas ni de sus demonios. Se ha metido en un berenjenal que apesta y los responsables de su federación le han puesto a la sombra, como antes hicieron con Anelka, Ribéry o Griezmann. En Francia los nombres no intimidan; prefieren curarse en salud.
En España somos más condescendientes, o más partidarios de la presunción de inocencia que de la guillotina, o de llevar la contraria, o porque nos revienta romper las fotos con esos ídolos que salieron rana. Entretanto, Apelación ha ratificado la eliminación en Copa del Madrid, que se encomienda al TAD. Más suspense.
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