Alfonso Ussía

Trabucaires en romance

Los trabucaires están/ con los trabucos pasmados./ Han sido reconocidos/ y por el juez, convocados./ Sección tarada y paleta/ festivo grupo de zafios/ que adelantan con fogueo/ los más perversos presagios./

Si en lugar de un concejal/ ante sí, tuvieran varios,/ no muchos, no más de tres/ o quizá a lo sumo, cuatro/ soldados de Infantería/ o aguerridos legionarios/, los trabucaires serían/ «caganers» por todo un año,/ o «caganers» por un lustro/ dejando su infame rastro/ de estiércol separatista/ por valles, cumbres y prados./ Huyendo despavoridos/ de quien no sigue sus rastros/ pues no merece la pena/ tomarse el tiempo y trabajo/ para cortarle la huida/ a una piara de marranos./

El jabalí es orgulloso/ y valiente en muchos casos./ Éstos son cerdos de granja/ rayonzuelos desmadrados/ cochinetes corredores/ cobardes aprovechados,/ porcinos de pienso fácil/ y jamones preparados/ sólo para darse impulso/ en busca de los resguardos/ que todo campo asegura/ a los puercos asustados./

Las juventudes de Himmler/ con sus uniformes pardos/ arrasaban los hogares/ y los comercios honrados/ sin reparar en los niños/ ni reparar en los daños./ Los policías de Stalin/ transportaban en rebaños/ hacia la dulce Siberia/ a judíos y a gitanos./ El comando «Cardedeu»/ la verdad, no llega a tanto./ Pero certifica el odio/ intenta sembrar el pánico,/ desprecia a los catalanes/ que no quieren sobresaltos,/ y anuncia con fuego hueco/ que no está el tiempo lejano/ de cambiar la simple pólvora/ por plomo de más calado./

Si eso se hiciera en Castilla,/ ya estarían protestando/ con iracundia en los ojos/ y vehemencia en los labios/ desde Mas hasta Junqueras/ y con razón, denunciando/ provocaciones sangrientas/ de los mozos castellanos./ Pero en Castilla, las fiestas/ son, como cualquier verano/ una reunión de bailes/ cuyo riesgo, en mayor grado/ es un borracho celoso/ o simplemente, un borracho./ No hay fusiles de fogueo/ ni portales fusilados. / Treinta y cinco años de odio/ sabiamente programado/ han hecho de Cataluña/ un territorio enfrentado/ donde cualquier catalán/ donde cualquier ciudadano/ con fogueo o con insultos/ puede ser ejecutado./ (Los Pujol, aún, a esta hora/ disfrutan veraneando).

Está el idioma español/ en España castigado./ Quien lo hable distraído/ será, primero, asustado/ después será prevenido/ posteriormente multado/ y al final será advertido/ y con fuego, fusilado./

Los niños en los recreos/ de colegios concertados/ y de públicas escuelas/ y caros centros de pago/ no pueden en los recreos/ decir palabra o venablo/ en el idioma «invasor»/ que impuso Francisco Franco/ hace tres siglos y medio/ casi cuatrocientos años./ Las cartas de restaurantes/ bilingües son, y lo aplaudo./ En catalán y en inglés/ o en francés, o en italiano/ o en chino o en qatarí/ o en ruso, serbio o rumano./ Pero nunca en español/ ese lenguaje tan raro/ que no sirve para nada/ y que lo hablan cuatro gatos/ que hace mil años, al menos/ impuso Francisco Franco/ cuando derrotó al Velloso/ en Puigcerdá, el muy malvado/. Se publicará muy en breve/ el firme comunicado:/ «Quien ose hablar español/ se entregará de inmediato/ al "Comando Cardedeu"/ para que disfrute un rato»./

Bromas, chanzas, travesuras/ sin importancia ni daño./ Y es que en «Madrit» no comprenden/ pues jamás lo han intentado/ el sentido del humor/ que en Cataluña gastamos./ ¿Qué pasa por simular/ que a un concejal fusilamos?/ Es una forma graciosa/ de advertir a los extraños/ que no intenten, como España/ invadirnos ni robarnos. (En los bosques de Gerona/ agoniza ya el verano/ y los Pujol permanecen/ en sus verdes encantados/ en sus prados deliciosos/ en el cristal de sus lagos/ porque la Justicia está/ en «Madrit» veraneando»)./

Hay que ser más comprensivos/ con tan marciales muchachos./ ¿Fusilan? Pues que fusilen/ si eso les divierte tanto./ Pero después que no vengan/ con los calzones manchados/ porque han visto por la calle/ tan tranquilos, paseando/ invadiendo Cataluña/ a dos o tres legionarios.