Cástor Díaz Barrado
Un año más
Lo más difícil es pronosticar lo que va a suceder en la escena internacional en un futuro próximo y, aunque el análisis de lo que acaba de suceder esté plagado siempre de posiciones subjetivas, lo que resulta realmente muy complejo es predecir situaciones y acontecimientos, sobre todo en un entorno, como la sociedad internacional, de por sí evolutivo y cambiante. No podemos saber, de antemano, si el año 2013 será un año especial en las relaciones internacionales como lo fue 2001 o 1989 y si tendrán lugar o no acontecimientos de gran transcendencia para el devenir de la humanidad. Todo hace presagiar que será un año más en el que continuarán acomodándose los componentes que vienen definiendo las relaciones internacionales en los últimos años. La crisis económica continuará siendo para Europa el principal foco de preocupación. En América Latina se podrán producir cambios políticos más significativos en función de la evolución de la situación en Venezuela y habrá, seguramente, una tendencia a la instauración de posiciones más moderadas y preocupadas por el futuro económico más inmediato en la región. En Asia, además de la poco probable resolución del conflicto del Próximo Oriente, ni tan siquiera en algunos de los elementos de este conflicto, continuará el lento proceso de apertura en China y quizá el foco de tensión se concentre en las zonas de Irán y Pakistán. Eso sí, no parece posible que el conflicto en Siria permanezca con la intensidad de ahora. Infortunadamente, será difícil que muchas partes de África salgan de la penuria económica y se verán, con toda probabilidad, enfrentadas a conflictos. España deberá hacer esfuerzos complementarios para hacer rentable, en términos políticos y económicos, su política exterior. El deterioro en la imagen exterior de nuestro país que provoca el independentismo catalán es innegable y tiene un precio. Debemos reordenar nuestras relaciones con América Latina y asumir la defensa, sin complejos, de los intereses españoles y de sus empresas. Ha llegado la hora de buscar socios para España más permanentes y seguros en las relaciones internacionales y con una visión más beneficiosa para nuestro país, sin renunciar a nuestra defensa de la democracia y los derechos humanos. Ha llegado la hora, también, de modernizar nuestro servicio exterior para ser verdaderamente competitivos. Y ha llegado la hora de convencer a los españoles y de persuadir a los demás de que somos capaces de tener criterio y posiciones razonables en la escena internacional. No podemos decir que 2013 será un año feliz para España en su dimensión exterior, pero lo deseamos.
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