Alfonso Merlos
Un crimen innombrable
Tiene todo el sentido. La banda terrorista ETA ha dejado un legado instituido en lo peor de lo peor. Lo más execrable y abominable. Lo más vergonzoso para quien milita en la raza humana. Y de ahí la oportunidad de que un tribunal especializado en los delitos más graves como la Audiencia Nacional enmarque como debe sus investigaciones.
El genocidio, como lo definió hace más de medio siglo el jurista judío Raphael Lemkin, significa la puesta en práctica de acciones coordinadas con el objetivo de destruir los elementos decisivos de un grupo social, llegando hasta su aniquilamiento. Esto, desde su ignorancia patológica pero desde su infinita maldad, es lo que han perseguido –a base de coches bomba y tiros en la nuca– los terroristas que han segado casi mil vidas dejando decenas de miles de heridos y mutilados y centenares de miles de exiliados. Una tragedia. Inaceptable en cualquier región del mundo. Una verdadera losa para la Europa Occidental. La infamia.
¿Acaso no se puede hablar de refugiados vascos? ¿Acaso no lo son quienes simplemente han defendido la convivencia, las leyes, el orden, la Constitución, el respeto entre compatriotas, y se han visto obligados a dejar su tierra, sus familias, sus propiedades por el ruido de los explosivos? ¿Estamos ante violencia medianamente tolerable y que puede tener en su sanción, represión y castigo una fecha de caducidad? ¿De verdad?
El informe de la Guardia Civil que se remitirá hoy al magistrado de la Audiencia Nacional Javier Gómez Bermúdez en este sentido, y desde parámetros parecidos al presentado por el Cuerpo Nacional de Policía, no viene sino a subrayar ante los jueces la vileza de quienes perpetran los mayores crímenes contra la humanidad, que por su esencia y naturaleza son y deben seguir siendo imprescriptibles.
En su día los definió con proverbial precisión y honda sensibilidad y mayúsculo rechazo Winston Churchill. El genocidio: los crímenes sin nombre. La propia Organización de las Naciones Unidas aborreció, desde el punto de vista jurídico, lo que en el fondo es la negación del derecho a la vida de un colectivo humano. España debe explorar todas las fórmulas que operen como antídoto a la impunidad de los verdugos. Ésta es una de ellas. ¡Adelante!
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