Reyes Monforte

Un nuevo circo

Siempre se ha dicho que la ignorancia es muy atrevida, pero en algunos casos también es insultante. La verdad es que se veía venir. Si antes de que Teresa Romero superase el ébola, supimos que algunos hijos del personal sanitario que la atendían entonces eran repudiados en el colegio ante el temor de un posible contagio, ahora parece que son los propios familiares de los facultativos los que tienen miedo a estar con ellos. A mí me cuesta creer que unos padres rechacen ver a su hijo enfermero, la verdad.

Pero lo que clama al cielo es que sus compañeros, los que se supone que deben saber mucho mejor que el resto que no hay razón para ese temor, expresen esa repulsa. O no están a la altura o es que saben algo que el resto desconocemos. O están muy mal formados o muy desinformados y ambas posibilidades en un profesional sanitario, son igual de preocupantes y peli- grosas

No me casa que sean los mismos profesionales que han reprochado –y con razón– a los políticos su no saber estar ni actuar los que ahora se comporten así.

Porque prefiero pensar que no se esté utilizando esto con otros fines, como suelen hacer los que se disfrazan con la bata blanca más preocupados por calentar al personal que por subrayar la vocación de servicio.

No me extrañaría que muchos de esos que hoy expresan sus dudas esquivan encuentros y hasta miradas, estuvieran gritando soflamas e improperios cuando el famoso Excalibur fue sacrificado ante el temor de que estuviera contagiado y pusiera en riesgo a la población. Esto lleva camino de convertirse en un nuevo circo con platós y cachés incluidos. Y digo yo: ¿por qué esto no pasa con Médicos sin Fronteras?