Política

Manuel Coma

Una oportunidad de futuro

Una oportunidad de futuro
Una oportunidad de futurolarazon

El éxito en la consulta electoral no avanza mucho en la solución de los intratables problemas internos, pero crea oportunidades. Si sale demasiado bien, las cosas se le ponen difíciles a Putin, que tendrá que aumentar la presión, para contrarrestar los resultados para él adversos, lo que le supondría una nueva ronda de sanciones, ahora con mucho más mordiente, dirigidas contra objetivos económicos, no personas individuales. Obama y Merkel lo han manifestado con toda solemnidad. Si Europa se raja, le da a Putin una peligrosa luz verde sin restricciones. Mantenerse firme sería un éxito político que podría ahorrar futuros males, pero tendría un apreciable coste económico.

Por contra, si la jornada fuera un fracaso, sería para Ucrania un desastre sin paliativos, que satisfaría las aspiraciones del Kremlin. El peor de los efectos sería el profundo abatimiento de los ciudadanos del asendereado país, que en sus 23 años de existencia han ido de decepción en decepción. La exultante independencia, votada en todas las regiones por una amplia mayoría, incluso en Crimea, por un margen menor, dejó el poder en manos de los comunistas de siempre, sin las amarras que los ligaban a Moscú, y dio paso a una desbocada corrupción. La revuelta naranja de 2004, que volvió a henchir muchos corazones de esperanzas, no pasó de un temprano aborto. En este año, en pocas semanas, los revolucionarios de Maidan se han ido viendo acechados por el escepticismo y la desilusión. Un caos electoral cercenaría sus perspectivas de futuro.

Las previsiones no son malas, excepto en las dos regiones del este, Donetsk y Lugansk, donde una parte posiblemente mayoritaria de la minoría de los que se sienten rusos, con colaboraciones militares encubiertas desde el otro lado de la frontera y con las poderosas mafias contratadas al efecto como punta de lanza, han prometido impedir las votaciones. En general, en la mayoría del país, se espera normalidad y participación elevada. Poroshenko será el ganador. El problema es que si no consigue la mayoría absoluta, tendrá que celebrarse una segunda vuelta dentro de un mes. El país no está para aplazamientos.

Este personaje no suscita entusiasmos, es más bien un mal menor, pero algo se espera de él. No ofende a nadie, ni siquiera a Putin, lo que puede verse como una ventaja. Es un oligarca que promete luchar contra la corrupción. Apoyó Maidan, incluso financiándola. No se identifica con ningún partido y su variada experiencia política no es menor que la que luce como hombre de negocios. Putin, por su parte, ha aflojado un poco las tuercas. No renunciará a la «federalización» y neutralización del país. Queda por ver cuánto de cada y cómo.