Debate de investidura
Urgencia de Gobierno
Los españoles hemos aprendido a vivir sin Gobierno. Ha sido sin proponérnoslo. Nos ha venido dado. Vamos camino de un año sin él y parece que tampoco pasa nada, que se puede vivir así... ¿O no? Pues creo que no.
Un amigo, pequeño empresario, me contaba hace unos días que tiene su negocio paralizado. Ninguna administración –ni local, ni autonómica, ni central– quiere firmar contratos hasta ver qué gobierno se forma en Madrid. Y aunque él no trabaja directamente con ayuntamientos, comunidades y Gobierno, las empresas a las que vende sí lo hacen, con lo cual una parte de su producción permanece hipotecada desde hace meses. También –añade– las pequeñas y medianas empresas están paralizadas por la ausencia de inversiones de los fondos extranjeros; y ese dinero que no llega resulta aún mucho más necesario por el crecimiento que muchas de ellas han experimentado en los últimos meses. «Ha sido también una pena desperdiciar el momento Brexit, con un montón de dinero y empresas que buscaban nuevos acomodos tras el desastre inglés». Pero eso no es todo. «La situación nos impide hacer unos presupuestos razonables para 2017 después del verano: no es lo mismo saber que va a haber un gobierno u otro en La Moncloa». Y tiene toda la razón. No hay más que ver la caída de los beneficios de las empresas para darse cuenta de la magnitud de lo que ocurre. En el primer semestre, las compañías españolas que cotizan en bolsa ganaron 19.052 millones, un 9,45% menos, lo que da idea de cómo empiezan a sentir los empresarios el no gobierno español.
Y si eso ocurre en la industria, otro tanto pasa en el campo. Un ganadero burgalés me decía –en voz baja– que la cosecha pasada había sido muy buena, pero que si viene un gobierno socialista con un ministro tipo Carlos Romero –aquel de los gobiernos de Felipe González, famoso por firmar todo lo que Europa nos pedía– la cosa se puede poner muy mal. «Por eso estamos todos mirando a Madrid en vez de mirar al cielo como antes». Conclusión: no echamos en falta a los políticos, pero sí a lo que su presencia permite o entorpece.
Frente a esto, a la España real que se juega su pan presente y, sobre todo el futuro, sorprende leer las declaraciones de los políticos durante el fin de semana. No es que parezcan ya vivir en otro planeta, sino más bien que veranean en otra galaxia. Y es que, cuando algunos hablan del bien de España, deberían pensar no en el suyo, sino en el de todos los españoles. Es lo que hace Felipe González cuando insta a los partidos a «dejar formar gobierno, incluso si Rajoy no lo merece». El ex presidente sabe que ya no se trata de Rajoy ni del PP, sino de España. Y, como dice, no se puede volver a decir a los españoles que, otra vez, se han equivocado al votar.
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