Pilar Ferrer

Utopía y realidad

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Tras un estupendo discurso en el debate parlamentario sobre el último Consejo Europeo, el hombre fuerte de Cataluña en Madrid, Josep Antoni Durán i Lleida, ha vuelto a poner las cosas en su sitio. Un político sensato, buen conocedor de los Tratados Europeos, que le lleva a marcar distancias con Artur Mas. En los últimos días, muchos simpatizantes de Unió, el partido socialcristiano largamente unido a Convergencia, instaban a Durán a un discurso contundente, sin medias tintas. Confederación, sí. Independencia, no. Reflexiones que suben la temperatura de una campaña convulsa, en la que el discurso radical de Mas empieza a desinflarse. Las relaciones dentro de CiU siempre han sido complicadas entre las dos formaciones políticas. Pero, desde la transición, el grupo parlamentario en el Congreso ha ejercido un modelo de responsabilidad y colaboración con el Gobierno de la Nación. Miguel Roca, Joaquín Molins, Xavier Trias y el propio Durán fueron muy buenos portavoces, que hacían gala de moderación, aún con la defensa de los intereses de Cataluña por delante. Jordi Pujol se entendió perfectamente con Felipe González y con José María Aznar. Es lamentable que ahora, Artur Mas, prefiera la crispación y fragmentar la sociedad catalana, para encubrir una pésima gestión y corruptelas de baja estofa.

Artur Mas juega con fuego y sus veleidades secesionistas pueden abrasarle. Sea cual sea el resultado del 25-N, el sentido común de un hombre como Durán y otros diputados de su grupo puede ser clave. Se lo recordó el propio Rajoy en el reciente debate del Congreso. Frente a los sueños de Mas, se necesitan políticos con los pies en la tierra. Y desde luego, frente a la utopía, mucho realismo.