Restringido

Vallejo

La Razón
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Monseñor Lucio Ángel Vallejo pasará la Semana Santa recluido en una celda del cuartel de la Gendarmería Vaticana. El juez le retiró el arresto domiciliario al descubrirse que se había hecho introducir un teléfono móvil camuflado en una caja de dulces.

No es éste el único error cometido por este sacerdote riojano de 54 años que se prometía a sí mismo un próspero futuro a la sombra de la cúpula de San Pedro. Como ha reconocido ante el Tribunal que le juzga por la difusión de noticias y documentos reservados de la Santa Sede, fue él quien entregó a dos periodistas italianos material suficiente para publicar dos libros sobre las finanzas vaticanas.

Su única defensa es que actuó de esa manera por las presiones y chantajes de una mujer, Francesca Immacolata Chaouqui, a quien él mismo logró que se la nombrara miembro de la COSEA, la comisión creada por el Papa Francisco para investigar el funcionamiento administrativo y económico de la sede apostólica.

Y es en su relación con esta señora casada donde Monseñor Vallejo ha cometido errores más graves y ya irreparables. La señora Chaouqui es el arquetipo de fémina intrigante, ambiciosa y carente de escrúpulos. Es algo que salta a la vista a cualquiera que se la cruce en la vida. No debió parecerle así al monseñor español llegado a Roma desde Astorga que poco a poco se dejó embaucar y arrastrar por quien supo descubrir sus puntos flacos. Hay de por medio, al parecer, escarceos sentimentales y no sólo; pero eso, hasta un cierto punto, sería lo de menos y podría atribuirse a una inmadurez extraña en un clérigo de esa edad. En mi opinión, lo más grave de todo es la deslealtad al Papa que le había confiado una misión delicada y, al mismo tiempo, a las personas que le recomendaron con su autoridad para traerle a Roma y que ahora deben lamentar tan tamaña equivocación.