Carlos Rodríguez Braun
Warren Sánchez y la nueva socialdemocracia
No es descartable que Warren Sánchez, el hombre que tiene todas las respuestas, se imponga en la batalla por el liderazgo del PSOE, y de ahí el interés de las ideas que ha expuesto en el manifiesto «Por una nueva socialdemocracia».
Cita como autoridad a Oxfam y su tesis de que ocho personas «acumulan tanta riqueza como la mitad de la humanidad», un desatino que sólo se sostiene distorsionando las cifras. Repite la fantasía de que tras la Segunda Guerra Mundial se estableció «un nuevo contrato social en el que el Estado asumía la tarea de corregir las desigualdades». Naturalmente, no sucedió tal cosa, porque nunca hubo ningún contrato social, puesto que no puede haber ningún contrato que la sociedad no tenga opción de no firmar. Insiste en que lo malo que nos ha pasado desde los pérfidos Thatcher y Reagan es la «reducción del papel del Estado», que no se ha reducido de modo apreciable en ninguna parte, y despotrica sobre el «impacto ecológico del neoliberalismo»; sobre el impacto ecológico del socialismo no dice nada. Eso sí, asegura que «la derecha española se ha plegado con celo a los dictados de la ideología neoliberal», una derecha que ha subido los impuestos igual o más que la izquierda para defender el Estado de bienestar, un Estado que Warren, en su ensueño populista, proclama que ha sido objeto de un «desmantelamiento constante».
Su retórica es la misma que la de Podemos. Así, se opone al «capitalismo de las elites extractivas» y al «poder desproporcionado que han ido alcanzando las grandes empresas», como si a usted le quitara el dinero Amancio Ortega y no la Agencia Tributaria. Y quiere más intervención del Estado en todas partes, porque estamos acosados por el liberalismo, por ejemplo... en la energía. Allí donde más intervención hay, Warren ve una libertad excesiva.
La alucinación no tiene fin. Para «superar el neoliberalismo», Sánchez propone «fondos de inversión soberanos», «una infraestructura de datos pública y (añade rápidamente) democrática» (no se vaya a creer usted que la van a vigilar, señora), y «revertir la tendencia hacia el aumento desproporcionado del reparto de dividendos» (como si los dividendos no los cobraran también personas corrientes), y por supuesto «reparto del trabajo», «Banca Pública» y «Renta Básica Universal». ¡Será por dinero!
Hablando de dinero: ¿quién paga la fiesta? Warren dice que los impuestos no podrán bajar. Subirán, pero, tranquila, señora, no sobre usted sino sobre... los robots. Y sobre los asquerosos ricos, claro. Todo es un camelo, como siempre en la izquierda, y la clave de la mentira es que juran que sólo van a fastidiar a un minúsculo puñado de opulentos, y lógicamente a la Iglesia Católica, que es el principal problema que aqueja al pueblo español, como cualquiera sabe. Y, a cambio, Warren Sánchez y los demás populistas van a «garantizar que no existan más crisis financieras en torno a la vivienda», «blindar nuevos derechos y libertades», acabar con la «civilización patriarcal», y «detener el cambio climático”. Ahí es nada. Nos vemos en el hall del teatro.
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