Cristina López Schlichting

¿Y ahora qué?

La Razón
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Pues paciencia. Dice Luis de Guindos –y dice lo que sabe– que España puede aguantar perfectamente seis meses sin gobierno, que lo que no soportarían los inversores ni los mercados es a Podemos en el poder. Con esta premisa, ya se espera de otra manera, no me digan que no. Mariano Rajoy apuesta por nuevas elecciones y Pedro Sánchez, por evitarlas a toda costa. El escenario de los socialistas, puesto que Iglesias y Rivera se excluyen entre sí, son dos posibles gobiernos del PSOE, con cada uno de ellos. Para pactar con Iglesias hacen falta las abstenciones de los independentistas. ¿Es posible? Lo es. Pero ya veremos si Sánchez aguanta las presiones del PSOE cuando su socio empiece a poner ideas tan interesantes sobre la mesa como romper el techo de déficit para gastar a mansalva. Porque los mercados y Europa se pondrían como leones. ¿Y con Albert Rivera? Pues se necesita la abstención del PP. Empieza ahora un mes de presiones sobre Mariano Rajoy con todo lo que hay a mano: la corrupción de Valencia, la inactividad del líder, su posible sustitución y el bien de España, cifrado en una frase simple: los populares han de ceder para evitar que Podemos gobierne. Yo creo que Rajoy no va a abstenerse. Sencillamente, porque el escenario de nuevas elecciones le va mejor que el de pasar a la oposición. Las encuestas periódicas van a desempeñar un papel fundamental en los estados de ánimo de unos y otros. No tengo bolas de cristal, pero veo muy posible otros comicios. En lo de Podemos en el gobierno, prefiero no abundar demasiado. Sería el fin del PSOE, fagocitado por el populismo pero, sobre todo, un golpe a la capacidad de resistencia de España, de la que hablaba De Guindos. En todo este análisis coincido con Felipe González y Susana Díaz. Ambos rechazan a Iglesias, que definen como antisistema. Los dos saben que sería la tumba de su partido. El ex presidente preferiría pactar con Ciudadanos y Susana, ir a elecciones. Pero ninguno apoya la carrera con Pablo. La verdad es que bastó escucharlo en la rueda de prensa del martes para constatar que resulta, cuando menos, molesto como copiloto. Llamó «virus» a Rajoy, menospreció a los barones socialistas, sintetizó a Rivera como «plan renove» del PP y se burló de Pedro por comunicarse por Twitter. A todos los tachó de «hipócritas». Los más viejos del Partido Socialista dicen que Podemos es sólo el fruto temporal de una crisis económica durísima. Que, si se aguantan dos años de mejoras económicas –incluso con la derecha en el poder– Iglesias ocupará de nuevo el nicho de votos que siempre tuvo. Quizá acierten. Pedro Sánchez se puso presidencial antes de ayer, tras recibir del Rey la orden de intentar formar gobierno, pero quizá se apresuró. Habló de encargo «solemne» e «inmenso honor». Se pasó de frenada. Esto es sólo un solemne, inmenso follón.